Rock&roll en estado puro, visceral y ardiente como un trago de whisky directo por el gaznate. Así se presenta “Zapatos de cemento”, tercer largo de la banda 4 Tragos. Los de la margen izquierda nos traen un rock sin artificios, honesto y con un sonido compacto, a pesar de que el cuarteto ha variado algunas de sus piezas en los últimos tiempos.
Ahora, consolidado con Aitor “Totxu” (guitarra, voz), Endika “Barci” (batería), Jon Who (bajo) y Víctor DS (guitarra solista), el grupo nos sirve de nuevo un combinado de alta graduación: 10 pelotazos aderezados en los estudios Bilboson-Pan Pot, bajo la producción de Alberto Macías, que ha sido el encargado de agitar también sus ‘cocteleras’ anteriores: “Salta al arcén” (2010) y “Otro beso de Judas” (2012).
Los temas del este “Zapatos de cemento” han crecido en el plano instrumental. Las cuerdas y las bases rítmicas han ganado en peso y volumen. Además las letras han adquirido un tinte más profundo y lírico, aunque sin abandonar los argumentos y el lenguaje intrínsecos del rock callejero.
El disco arranca con ‘Muérdeme’, toda una declaración de intenciones. Es un tema provocativo y con carácter, cuyo fondo remite a los temazos más guitarreros de los Platero o Leño. ‘Veneno‘ no abandona ese ambiente, que es incluso más canalla y asfáltico si cabe, al que contribuye la acertada colaboración de Fran, cantante y guitarrista de los bilbaínos MalaNoche.
‘No hay nada’ mete un poco de sabor metálico a la mezcla explosiva… Alto octanaje con el que “no hay nada que te haga parar”, como dicen en el pegadizo estribillo. ‘Nos hicimos’ es otro tema digno de corearse, de nuevo con la voz de Fran aportando un punto rugoso y aspero a lo Extremoduro o La Fuga. Con ‘Pero al final’ llega un corte algo más introspectivo, de aires hímnicos diría yo, aunque en clave hard-rockero.
En ‘No escaparás’, cuyas estrofas encierran la referencia al título del álbum y también un guiño a los añorados Flying Rebollos -míticos rockeros de Portu de los 90-, se aprecian ramalazos punk y coros que son “carne de bar” -o de bolo de Eskorbuto-. Al igual que en ‘Involución’, que no es otra cosa que una festiva reflexión sobre la lucha entre el instinto rebelde y la razón, de volver al salvajismo sin por ello dejar de madurar.
Estribillos muy pegadizos y guitarreos marca de la casa acompañan las notables ‘Ven a mí’ y ‘Solo un sueño’. Y para cerrar un 2×1: la inicialmente pantanosa y blues-rockera ‘Cuando llegue el descontrol’, que acelera a mitad hacia paisajes rocanroleros desatados, muy apropiados para descontrolarse a gusto en alguno de sus directos. Un sonido maduro y asentado calza estos “Zapatos de cemento”, álbum con el que 4 Tragos dan un firme paso adelante.