Azkena Rock Festival: Otro año más de auténtico rock

Azkena Rock Festival: Otro año más de auténtico rock

Foto: ARF / Rhythm&Photos / Musicsnapper

Pues otro año más, y ya van 16, el Azkena Rock Festival de Gasteiz se volvió a reafirmar como el mejor (o el único) festival de rock del estado.

Un festival que, a pesar de los vaivenes del mercado musical y de la competencia salvaje, mantuvo un año más un nivel sobresaliente gracias, en parte, a las nuevas iniciativas de Last Tour como el escenario Trashville, una joyita oculta y en cuyo escenario pudimos disfrutar de grandes momentos como el bolazo de Cyborgs, la brutal descarga de The Devils o lo poco que vimos de Vurro.

Pero vayamos en orden porque esto es largo. Comenzaba esta edición del ARF con Fetitxe, la banda bizkaina que se ganó el derecho a estar en el escenario de Mendizabala gracias al premio al mejor grupo vasco en la última edición del festival pop rock Villa de Bilbao. La banda de Arrigorriaga sacudió estas primeras horas con su mezcla de sonidos escandinavos y stoner de facturación euskaldun, una gran manera de abrir boca.

Inmediatamente pasamos al escenario principal, el que este año estaba dedicado a Chuck Berry y Chris Cornell, para disfrutar del esperado bolo de unos The Godfathers sobrados de actitud y capitaneados por un Peter Coyne que nunca defrauda.

De oca a oca…y así llegamos al segundo escenario (Sharon Jones y Gregg Allman son en este caso los homenajeados) para ver a The Soulbreaker Company que jugaban en casa y que no se vieron presionados por el reto y desplegaron toda su fuerza setentera y psicodélica que encandiló desde el primer momento.

Entre The Shelters y Tygers of Pan Tang nos decidimos por los sonidos más metaleros de los ingleses, únicos representantes del heavy clásico en el festival de este año y, desde luego que no nos aburrimos porque en un evento tan largo como este hay que aprovechar las oportunidades para escuchar diferentes sonidos.

Posteriormente, nueva dosis de adrenalina rockera con King’s X, una de esas apuestas azkeneras y que sorprendió por su fuerza y su capacidad para enganchar con el público.

La siguiente opción era complicada porque se trataba del concierto previo a la esperada actuación de John Fogherty y porque había que elegir en unos Graveyard que se presentaban casi como cabezas de cartel, Hellsingland Underground o unos desconocidos Cyborgs. Finalmente, y no sé por qué, nos decidimos por los últimos y el instinto nos llevó a visitar el nuevo escenario Trashville para disfrutar de la descarga bestial de los dos enmascarados y que nos reportó uno de los mejores momentos de este año.

Foto: ARF / Rhythm&Photos / Musicsnapper
Foto: ARF / Rhythm&Photos / Musicsnapper

Pero para buenos momentos, lo de Fogherty. El padre del rock americano, y anhelo constante del público de Mendizabala, no defraudó y, ante unas 18.000 almas, justificó por qué era una de las grandes atracciones del cartel de este año. Uno tras otro fueron cayendo todos esos himnos de la Creedence Clearwater Revival con los que todos hemos crecido y aprendido lo que es esto del rock y demostró que la edad no es excusa para ser una auténtica estrella…simplemente fantástico.

Con una sonrisa de oreja a oreja nos damos una vuelta de nuevo por el Trashville para curiosear a ver cómo es esa propuesta tan peculiar de Vurro y de la que tanto se está hablando; y la verdad es que, aunque vimos poco, resultó ser algo sorprendente y muy interesante.

Volvimos de nuevo al segundo escenario para ver a Hellacopters, que repetían tras su tibia actuación del año pasado donde el sonido les jugó una mala pasada. En esta ocasión, el grupo sueco respondió con creces y estuvo a la altura de lo que siempre se espera de ellos. Una manera inmejorable de resarcirse y un “aquí estamos nosotros” de libro.

Una vez terminado este bolo decidimos retirarnos hasta el día siguiente, cuando tocaba madrugar para ver el concierto que ofreció en la plaza de la Virgen Blanca Pat Capocci, fiel representante de los sonidos rockabillys más genuinos.

Los bares de la parte vieja de Gasteiz nos atraparon más de lo que esperábamos, por lo que hasta las 19.30 de la tarde no llegamos a Mendizabala, justo para disfrutar del concierto del sorprendente grupo británico Inglorious, una de las apuestas hard rock del festival vitoriano.

Tras esta descarga de adrenalina, pasamos al segundo escenario en el que desarrollaba su show Loquillo, una sucesión de “grandes éxitos” con los que demostró que, en la actualidad, es uno de los artistas estatales con un repertorio más reconocible; no obstante, y aunque todo Dios coreó sus canciones, la sensación fue de que el cantante catalán se encontraba fuera de lugar en este festival, a pesar de esa monumental banda que le acompaña.

Después de esto, la elección estaba entre la melancolía de Michael Kiwanuka o el hard rock de Thunder, por los que finalmente nos decantamos y donde pudimos disfrutar de la fuerza del grupo británico hasta que dieron las 23.00 h. y nos fuimos corriendo a ver a The Devils, grupo italiano formado por un guitarrista hiperactivo vestido de cura y una monja que destrozaba su batería, y al que tenía unas ganas terribles de ver en directo, y que no defraudaron ofreciendo un irreverente show cargado de energía y punk salvaje. Otra de esas inesperadas sorpresas que se quedan grabadas en la memoria y por los que tal vez merezca la pena haber sacrificado el bolo de otro de los cabezas de cartel como Union Carbide Production.

Foto: ARF / Rhythm&Photos / Musicsnapper
Foto: ARF / Rhythm&Photos / Musicsnapper

Pero, por fin, llegó el momento: Chris Isaak volvía al escenario del ARF, donde todavía retumbaban los ecos de su primera actuación en una mágica noche lluviosa de hace siete años, uno de los mejores (si no el mejor) conciertos que se han vivido en Mendizabala en toda la historia del festival. Aunque parecía complicado mejorar aquel extraordinario concierto, el californiano consiguió, por lo menos, igualarlo y desplegar su elegancia ante un público entregado y consciente de que estaba viviendo un momento irrepetible aunque, ¿quién sabe? a lo mejor se cumple eso de que no hay dos sin tres. En fin, una nueva lección de profesionalidad, similar a la de la noche anterior con Fogherty, pero todavía con un puntito más de magia… simplemente maravilloso.

Agotados paramos a cenar algo escuchando a lo lejos los ecos de The Cult, a quien el cansancio y el miedo a una nueva decepción como la de la anterior vez que estuvieron aquí, me impidieron ver. Pero, leyendo las crónicas del día siguiente, está claro que me equivoqué porque, tal y como dicen los que les vieron, la resurrección de Ian Astbury y los suyos fue uno de los grandes momentos del festival.

Pero, como es imposible estar en todos lados y la jornada había sido larga, decidí despedirme del ARF por este año pasando por delante del escenario donde Wyoming y sus Insolventes estaban tocando una versión del “Heroes” de David Bowie seguida de un “Agradecido” con el que decíamos Hasta el año que viene a las campas de Mendizabala que tanto nos dan.

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