“Se aproxima tormenta…”. Con su cantar a medio camino entre el quejío vital y los ecos de ultratumba, el cantante y guitarra de Guadalupe Plata, Pedro –AKA Perico- de Dios, vaticina chubascos. Y gatos (negros) muertos, y serpientes (también negras), y viejas siniestras al acecho en la calle 24. El pantano sonoro de este trío de Úbeda (Jaén) lo completan Carlos Jimena (batería) y Paco Luis Martos (contrabalde, bajo –artesanal, a base de barreño de zinc-).
Todos los pobres diablos que nos hemos quedado sin ir al Azkena tenemos un excepcional premio de consolación: conciertos gratuitos y brutales como el que ofrece esta noche (23 de junio) Guadalupe Plata en Bilborock, cortesía pre-BBK Live. Thank you.
Encomendados al mismísimo Hound Dog Taylor, estos blueseros taciturnos presentan su cuarto y homónimo álbum, editado este año, de nuevo bajo el sello Everlasting Records.
Sin ningún saludo previo, ejecutan de manera soberbia la introductoria ‘Tormenta’ (2015) y ‘Navajazo’, del nuevo disco. Concentración máxima para la mejor banda sonora de un Spaguetti Western actual. Cada uno a lo suyo, de vez en cuando intercambian alguna mirada furtiva entre ellos para darse señales. Shoegaze en su sentido literal, cero contacto visual con el público hasta el único y escueto “muchas gracias” final. Muy punk, como la duración de algunos de los temas, léase ‘Hoy Como Perro’, que suena con mayor vigor y ferocidad en directo.
Alternan estas descargas eléctricas en medio del pantano con interludios de ritmos más pesados, intercalados con los gritos lejanos y lacerantes del cantante. Carlos Jimena añade unas maracas a los platillos que evocan serpientes zigzagueantes en la brevísima y desgarradora ‘Rata’ (2013). El público la corea con ímpetu de viernes de San Juan. “¡Maldita rata mal-na-ci-daaaa!”.
Tenemos ganas de pelea, no lo vamos a obviar a estas alturas de la semana. Las ratas del Sur se alían con las ratas rabiosas de Bizkaia. Agárrense.
Enlazan muy acertadamente con otro temazo del mismo leitmotiv: ‘Huele A Rata’ (2015). A su vez, fusionan el eco ratonero con la sublime ‘Serpientes Negras’. El veneno ya nos ha calado hondo, a partir de aquí sobran las palabras, los postureos, las divagaciones y demás parafernalia.
Efluvios a lo Ennio Morricone en ‘Nido de avispas’ (2017). Cacharrería cuasi-chamánica a los platos para acompañar una explícita y eléctrica ‘Demasiado’. Ritmos frenéticos, duelos a medianoche bajo una luna impertérrita y de justicia en ‘Miedo’. Tras la tormenta de arena se desata la locura. El también nuevo tema ‘Borracho’ suena más ratonero si cabe. Puro blues sin destilar.
Cuando crees que no se puede tener más clase, versionan a la gran Violeta Parra en ‘Qué He Sacado Con Quererte’ (tema que abre su nuevo álbum). Anoto a ciegas: “¡Uf!!!”. Y creo que eso lo dice todo. “Qué he sacado con la luna, ¡ay, ay, ay!!!”. Esta exquisita versión bien vale su aparente indiferencia con respecto al público, irremediablemente rendido ya a sus pies y envenenado hasta los tuétanos de serpientes, ratas, viejas decrépitas y perros siniestros. Chicago, Úbeda, Sanfran (Bilbao). Tanto monta.
“Y tu rostro en el camino (…), ¡ay, ay, ay!”.
Ay, ay, ay (eso digo yo). El imaginario sagrado y blasfemo de Guadalupe Plata te atrapa o de lo contrario no tienes sangre.
Pese a que han recibido premios y excelentes críticas hace relativamente poco tiempo, Guadalupe Plata no es un grupo de moda: son unos currelas del rock que llevan una década haciendo lo que les da la gana. Y lo hacen muy bien. Y el sonido de la sala donde tocan hoy acompaña.
Tormenta del deseo en ‘Tengo El Diablo En El Cuerpo’ (2015), un hechizo que se quitan de un plumazo con la ya mítica ‘Milana’ (2013), que los presentes bailan como descosidas almas en pena. “No sabía que la amaba…”. En pleno apogeo psychobilly llega el clásico infantil revisitado ‘Calle 24’: un final apoteósico para la octava vida del gato.
Abandonan y regresan al escenario para los bises en un abrir y cerrar de ojos. No hay tiempo (aún) para cervezas en el backstage. Su clásico ‘Lorena’ (2011) suena a puro vudú y a sierras eléctricas sin control. Un ritual en el que se regocijan durante unos diez minutos antes de hacer mutis por el foro, de nuevo en su sentido literal.
Que Hound Dog Taylor nos coja confesados. O no.