El prometedor trío de Ziburu The Lookers parece haber superado esa “maldición” que rodeó la grabación de su homónimo álbum debut, editado por Bloody Mary y que presentan esta noche en el Kafe Antzokia. Riffs surferos, leve deje punk, ritmos garajeros y melodías frescas. Sonrientes y educados, crean buen rollo. Con aires a unos Black Lips mucho más comedidos, Nico, Mikel y Charlie se lucen especialmente en ‘Check Your Seat’, melodía gloriosa en el garaje. También hay espacio para alguna balada de entretiempo como ‘Spiders On Your Belly’.
Se despiden con ‘Pictures On The Wall’, con un divertido toque final a lo Screamin’ Jay Hawkins que sorprende y entona. Dicho single forma parte del split EP con los mismísimos Flamin’ Groovies, editado también por el citado sello de Irun. Los de San Francisco aportan su versión del ‘Don’t Talk To Strangers’ de Beau Brummels.
Galería de fotos The Lookers (Amaia Santana)
Con parsimonia de veteranos sin prisa, los Flamin’ Groovies toman posición. El reincidente Chris Wilson sonríe beneplácito al público, pero éste no tiene ojos más que para las botas intergalácticas del bueno de Cyril Jordan, el auténtico superviviente y encargado de rescatar siempre a los Flamin’ del injusto olvido. Aunque, según él, fueron los fans quienes propiciaron el regreso de esta banda que apostó por el r&b y buen rock n’ roll al más puro estilo Stones vs. Beatles, mezclados y agitados. En una época, finales de los 60/comienzos de los 70 -verano del amor, bla, bla, bla-, en la que predominaba el flower pop sobre el power pop que reivindicaban estos chicos de San Francisco.
Expectación entre los presentes, sobre todo aquellos que los vieron por última vez en su esperado regreso en el Azkena Rock de 2004, donde no dejaron muy buen recuerdo según testigos oculares.
Vienen con nuevo disco bajo el brazo, además. 38 años después del último trabajo con Jordan y Wilson al frente (Jumpin’ In The Night, 1979), Fantastic Plastic es el resultado de la reconciliación amistosa y artística de ambos. Incluye los adelantos ‘End Of The World’ y ‘Crazy Macy’; además de versiones como ‘I Want You Bad’ de NRBQ y la citada de los Brummels.
Con una renovada banda que incluye a Chris von Sneidern en el bajo y a Tony Sales en la batería, abren con la veraniega ‘Down Down Down’; siguen en la misma línea de bajón estival con la almibarada ‘You Tore Me Down’ y empezamos a venirnos arriba con el himno pop ‘Yes I Am’.
Me comentan por un triste pinganillo que no haga fotos con flash, que el mánager no sé qué. Vaya, debo de ser la única damisela que está haciendo fotos con flash, ¡mi paupérrimo flash de andar por casa que no deslumbra ni a una mosca! En fin, algunos ponen muy fácil caer en el socorrido discurso de micromachismos y macromamarrachadas de testosterona caducada; pero no quisiera dar protagonismo a quien no lo merece. Creo que no hemos venido aquí a ver quién tiene el tele más largo, así que en lugar de todo eso diré: un beso para el mánager y el mensajero. Con flash y sin acritud. ¡Ah! Un saludo afectuoso también al fotógrafo equipado para partido en San Mamés que, por su lenguaje corporal, entendí quería darme un curso de fotografía para dummies. Soy autodidacta, gracias.
“¡Rock n’ roll!”, se oye gruñir desde el epicentro del público. Centrémonos, sí, estoy de acuerdo.
Carrusel de versiones con ‘I Want You Bad’ de NRBQ, ‘Don’t You Lie To Me’ en honor a Chuck Berry -comenta Wilson-, y ‘Hungry’, de los honorables Paul Revere and the Raiders. Los estómagos empiezan a rugir, pese a un sonido bastante abigarrado y un Chris Wilson no muy en forma vocalmente. Imposible reproducir la sensualidad elegante de Mark Lindsay, se siente.
Suena uno de los pocos singles del nuevo disco disponible en streaming, el elocuente ‘What The Hell’s Going On’. Blues-rock muy stoniano que, según explica Jordan, supone su punto de vista respecto a la vida en el planeta Tierra, “donde siempre parece que algo va mal, cuando no es Mercurio en retroceso es cualquier otra mierda”. Touché. Y de Plutón mejor no hablamos.
Los Flamin’ parecen estar disfrutando de su fugaz paso por Bilbao, tal como apunta Wilson, encantado con el hotel y el Guggenheim. También tiene palabras de agradecimiento para Juancar Bloody Mary, artífice de esta velada.
Justo cuando se empieza a echar demás la cháchara y de menos los clásicos, llega la corrosiva ‘Teenage Head’. Suena a un ritmo más lento que le resta el ímpetu original, pero se agradece igualmente, y el público responde con grato entusiasmo.
Sin embargo, se dice que alguien de buen humor se tomó literal lo de ‘Shake Some Action’, pues en esas estaban los Flamin’, en pleno hit de ensueño, cuando el susodicho lanzó un objeto volador no identificado que levantó la furia del hasta ahora afable turista Chris Wilson. ‘Shake Some Action’ nunca sonó con tanta ira contenida (ver vídeo en el que Wilson exhorta a alguien -¿de seguridad?- que suba al escenario ipso facto. Glubs).
La cúspide de la velada la brinda ‘Slow Death’. Comienzan un poco a medio gas, pero remontan y nos ofrecen una atronadora y fervorosa llamada a emergencias.
Tras una hora escasa de concierto, conceden un único bis, también muy stoniano (‘Let Me Rock’). Se echaron en falta temazos como ‘Jumpin’ In The Night’, ‘Tallahassee Lassie’, ‘I Can’t Hide’ o la sublime ‘Whiskey Woman’. Aún así, un beso sin flash y con amor para los Flamin’. Volved pronto. Tourists feel at home!