Cuarenta años contemplan la carrera de este genial creador de canciones. A lo largo de su larga trayectoria, Kiko Veneno ha tenido la oportunidad de tocar con mucha gente y de hacer un montón de cosas diferentes en los escenarios. En esta ocasión, Kiko Veneno se presenta en Bilbao “a pelo” y con la única compañía de su guitarra, en un concierto muy especial en el que podremos disfrutar de los grandes éxitos de este genial artista en un formato más desnudo e íntimo.
Vienes a Bilbao a tocar en un ciclo denominado BBK Legends. ¿Cómo te sientes con ese estatus de leyenda?
Esto es lo que más me ha gustado. Me han puesto el caché un poco bajo, pero la consideración muy alta y voy a tener que hablar con mi mánager sobre el primer aspecto (risas). La verdad es que me ha sorprendido un poco verme en un cartel con gente muy legendaria y está de puta madre.
Por algo será, ¿no?
Bueno, no creo que yo tenga un valor especial; lo que represento es la música un poco libre, callejera, fuera de normas y modas y me parece muy bien que eso se reconozca. Yo he luchado toda mi vida por eso y no me doy ningún valor especial porque yo he hecho lo que sé hacer y lo que puedo hacer. Nunca he sido guapo, ni me ha interesado la moda o el Instagram, pero las canciones que hago las he hecho toda mi vida con seriedad y solvencia y de eso sí que estoy orgulloso.
En Bilbao vas a estar haciendo el show “Más solo que la una”, ¿qué te aporta este formato?
Pues aportar, nada, porque estoy más solo que la una y ahí no hay quien me aporte nada, ahí lo tengo que aportar yo todo (risas). Por una parte, es tremendamente trabajoso porque exige mucha concentración para defender las canciones armónica, rítmica y poéticamente pero, por otra, es muy agradecido porque es todo muy libre y puedo hacer lo que quiera sin dar explicaciones a nadie. También juego con el punto a favor de que la gente está sentada, es decir están cautivos, ahí ya tienes ganado el 80 ó el 90 % porque la gente está sentada para escuchar tu música. También es muy gracioso porque puedes escuchar a la gente… a mí me gusta, no sólo decir lo mío, sino también hablar con la gente y que se sienta participe y que con su silencio y sus comentarios contribuyan a hacer un espectáculo sobre la vida; porque yo en mis canciones hablo sobre la vida nuestra, la de las personas que nos tenemos que buscar la vida a diario, con las contradicciones que hay, y que buscamos el cariño y todo lo necesario para vivir. Yo me siento muy identificado con la gente que está ahí porque veo que estamos hechos todos de la misma pasta, son momentos de sinceridad para compartir cosas juntos, pero lo más espectacular para un músico es el silencio, porque cuando sales al escenario con tu guitarra y escuchas el silencio… eso es demasiao y te hace ver que la gente está esperando a lo que vayas a cantar, que ya ves tú… que yo voy a hacer una cosa muy sencilla, pero te das cuenta de la importancia que eso tiene.
¿Sientes incluso un poco de responsabilidad en esos momentos?
No, responsabilidad ya no, pero te das cuenta del privilegio que es que la gente se calle para escucharte, te hace pensar que, aunque lo que tú vas a decir no es más importante que otras cosas, lo que importa es que la gente te quiere escuchar… y yo también quiero escucharles a ellos y entonces se produce ese fenómeno que fuera de España sería más complicado de conseguir, porque aquí la gente entiende las historias que estoy contando.
¿Improvisas mucho en estos conciertos?
Totalmente, canto lo que me da la gana, acelero, paro… no llevo guión ni nada. No hago ni lista de canciones, voy cantando las que se me van ocurriendo y como me van apeteciendo o las que me pide la gente… en fin que yo improviso pero de verdad, no como muchos raperos que yo pensaba que improvisaban y lo que hacen es aprendérselo de memoria como yo me aprendí los ríos de España. Me gusta tener esa libertad de poder cambiar cosas en las canciones.
A lo largo de tu carrera has hecho un montón de conciertos diferentes y has estado en bandas como Veneno o G5, ¿en qué formato te encuentras más cómodo?
Pues mira… ahora estamos haciendo este que es muy teatral y, como te digo, requiere mucha concentración, adecuado para la madurez que creo que ya tengo (risas). El concierto con banda es más para bailar y también me viene fenomenal para que la gente se lo pase bien y el tercer formato que estamos haciendo ahora es con el cuarteto de cuerdas que, aunque es otro repertorio, es algo precioso que este año hemos hecho varias veces y ha quedado muy bonito… ¡es que me lo paso muy bien en los tres! y en otro que me pongas también me lo pasaría bien.
¿Podríamos decir que este “Más solo que la una” es más para fans?
No, precisamente en este formato tengo la oportunidad de acercarme a gente que no está tan familiarizada con mi música. En el formato de banda, la gente quiere escuchar las canciones que se sabe con todos sus arreglos, pero cuando estoy yo solo con la guitarra la gente no sabe lo que va a escuchar y me siento más libre. A mí me da igual que vayan fans o gente que no sea tan fan, porque en cualquier caso se van a encontrar algo que nunca habían escuchado. Es un espectáculo más cercano al teatro musical en el sentido de que improviso, hablo al espectador, le hago reír, le hago reflexionar cuando es pertinente… es un juego escénico en el que yo soy uno más, no soy ningún catedrático dando una tesis, soy una persona intentando cantar, hacer melodías y poesía sintiéndome amparado, reunido con una gente que también quiere lo mismo.
Cada vez que hablo contigo me doy cuenta de que derrochas humildad, ¿no sientes que has hecho muchas cosas importantes después de 40 años en los escenarios?
Eso son tonterías, no tiene sentido pretender ser lo que no eres. Además, lo que tienes que aceptar es que tienes una vida aparte de la música. Mi vida artística son unas canciones que yo hago para ser feliz y para curarme de mis carencias, lo demás te lo tiene que decir la gente. Yo no voy a ningún lado a cantar, a mí me pagan por ir a cantar, y no puedes forzar a nadie a que pague por escucharte. Tampoco me ha interesado mucho este mundo de la autopromoción y a lo mejor por eso nunca he tenido mucho éxito… mi éxito, igual es haber pasado la carrera como lo he hecho sin tanto agobio y con más libertad; pero para mí no es humildad, sino realismo porque yo soy lo que soy y eso se ve en el escenario; tú eres lo que la gente quiera, si te aplaude y se emociona con lo que cantas, tú también te creces y eso es lo que al final queda, lo demás es todo una pamplina y no sirve para nada. Cada cual tiene su punto de vista, y el mío es muy profesional y artesanal, mi vocación es mi profesión, lo hago lo mejor que puedo para mí y para mi pequeño grupo de gente que son los que quiero a mi alrededor y, si eso trasciende… ¡pues gloria bendita! Lo que intento es estar conectado con el inconsciente colectivo y me doy cuenta de que el valor de lo que hago es reflejar lo que la gente siente y necesita expresar y, mientras pueda seguir conectando con la gente, yo lo voy a seguir haciendo.
Lo bueno es que los músicos contáis con un altavoz idóneo para expresar todo eso ¿verdad?
A nivel político y estructural es fundamental en un país en el que todo está totalmente monopolizado por las apuestas, por el deporte y por el discurso del poder de quedar bien tapando todas las carencias y no dejando a nadie que les discuta. Dentro de ese sistema de coacción y de carencia de libertades públicas, la política que a mí me interesa es la de estar conectado con la gente y no la de los políticos de ahora que lo que quieren es tener una manada de gente hundida en la miseria, sin cultura, sin conocimiento, sin trabajo, sin dinero… para poder hacerles llegar su mensaje y sus pamplinas y llevárselos al huerto cuando les conviene. Dentro de esa carencia de libertades públicas y voluntad política, yo creo que sí, que los artistas como yo, que tenemos una trayectoria y una cierta credibilidad y a los que la gente nos escucha, tenemos una oportunidad de hablar y no la podemos desperdiciar, porque no sería sano ni justo. Yo debo mi trayectoria a la gente y no es que yo me crea que tenga algo especial que decir, pero tengo muy claro que la mayoría de la gente no tiene bagaje, ni conocimiento ni tiempo para poder darse cuenta y explicar lo que quiere, y por eso yo voy a seguir intentando hablar por los que no pueden hablar.
Después de una trayectoria tan larga, ¿es este el peor momento para la cultura que tú recuerdas?
Sin duda. Pero en cuanto a política, para mí la cultura siempre es positiva porque es el arte, pero lo que falla es un sistema político que no da opción a la cultura ni al arte, tan sólo a la propaganda, al monopolio, a la falta de información o a la incultura. La gente no tiene confianza en sí misma porque, desde chiquitita, se les ha dicho que, como mucho, va a tener acceso a un puesto de trabajo basura y no se puede quejar porque encima se lo quitan. Eso es la perspectiva actual y es una pena, porque hoy en día tenemos un nivel de cultura acojonante en España: grupos de música, artistas, creadores, poetas, cine… yo escucho y veo cosas maravillosas todos los días.
¿Crees que hay solución para revertir esta situación?
La solución es política porque con la cultura no vamos a arreglar eso; en América se hacían miles de canciones contra la guerra pero la guerra se paró cuando se manifestaron cientos de miles de personas cantando “Blowing in the wind”.
¿Me estás hablando de la necesidad de un cambio político?
No, la solución es la participación política de la gente, porque es importante que los políticos conecten con las personas. No te estoy hablando de Los políticos del PP, PSOE o Ciudadanos, que lo que quieren es que estemos todo el día pendientes de ellos para que ellos puedan ocultarnos todos los tejemanejes que tienen y el régimen de impunidad que hay en España a todos los niveles. Estoy hablando de gente como los de Podemos, que son gente de izquierdas y jóvenes a los que les resulta tremendamente difícil dirigirse a una clase trabajadora que está totalmente embrutecida en el sentido de que no han tenido ni acceso ni aprecio a la cultura porque se les ha enseñado que el Dios es el consumo. Son esa gente que les gusta el futbol, canis, pobres, y mal pagados… ese es el gran público que hay en España para el arte, la cultura y la política y a esos es a los que se tienen que dirigir los nuevos políticos para darles confianza en sí mismos y decirles: “Vosotros sois los que tenéis que construir algo nuevo… ¿o queréis seguir toda la vida con esta comida basura, con este trabajo basura, con esta televisión basura y con esta bandera basura?”
Centrándonos en la música, ¿cómo ves el tema de la industria con la que tú has tenido tus más y tus menos…?
La música está muy contaminada por la moda, aunque siempre lo ha estado como música generacional que representa un estilo de vida y, por lo tanto, una moda. Pero yo ya estoy pasado de eso, cuando yo era joven sí que intentaba mantener la imagen de mi generación, pero ahora intento hacer buena música para cualquier persona, en cualquier tiempo de cualquier lugar y que represente los valores de la humanidad; en ese sentido, cosas como Instagram, que sirven para quedar bien o para estar guapo, francamente no me interesan, ¿Twitter? tampoco me interesa lo que la gente tenga que decir en frases cortas; sí que me interesa algo más Facebook porque es la prensa que leo. En cuanto a medios, hay una serie de emisoras comerciales que la mayoría de lo que ponen no tienen ningún valor artístico y luego tenemos Radio 3 que pone cosas variadas; las televisiones ninguna informa más de lo que ellos quieren y está La Sexta que da voz a gente que quiere hablar de otra manera… y eso es lo que tenemos: 20 ó 30 medios generalistas que representan las intenciones ocultistas del poder y un medio independiente intentando trabajar en tierra de nadie. Y con la música pasa lo mismo, pero, como la música tiene algo tan abstracto y tan bonito, no sé cómo, pero a la gente le gusta mi mensaje o lo que yo pueda enseñarles en un escenario y, aunque no tenga un público masivo, tengo un público fiel que me llena los locales y eso es lo que necesito para seguir trabajando y alimentando mi estimulo de crear y seguir soñando con el futuro, que es lo que más me gusta.
¿Te sientes un privilegiado por poder dedicarte a lo que más te gusta?
Sí, pero el privilegio es comunicante; es como aquel paisaje bonito que recuerdas durante años… cosas bonitas de la vida que necesitan ser disfrutadas y que nos sirven para comunicarnos unos a otros las cosas buenas de la vida: la amistad, la música, la cultura y todo lo que nos une y dejan a un lado la ambición, el dinero y el “yo soy más que tú” o el “tengo miedo a perder mi empleo”… Hay que disfrutar de este momento y a disfrutar de otras cosas de las que no podemos por ese miedo a no tener, a quedarse sin esto, sin lo otro… eso es lo que impide a mucha gente ser libre y poder ser humanos de verdad, y por eso mucha gente está embrutecida con el fútbol, las apuestas, la política y las banderas. La cultura da libertad y eso te permite aumentar tu capacidad de decisión, así que disfrutemos de la cultura y el arte.