Fotografía: Iñigo PasBas
El viernes Rulo y La Contrabanda recalaron con su gira “Objetos perdidos” en el Serantes Kultur Aretoa de Santurtzi. Como ya viene siendo habitual, el cántabro se ha embarcado en una gira acústica por teatros con un formato más íntimo y cercano. En la previa al concierto ya quedaban pocas entradas y a punto estuvo de colgarse el cartel de sold out. Ante la expectación creada era previsible un gran ambiente y la verdad es que el concierto cumplió con creces.
Para los habituales de Rulo y La Contrabanda se hace extraño llegar a un teatro y disfrutar un concierto desde una butaca. Sin embargo, hay artistas que saben adaptarse a cualquier ambiente y Rulo es uno de ellos. Los fans disfrutaron con la banda en versión acústica, en algunos temas sentados y en otros en pie. Además, los elementos teatrales del espectáculo le dieron un toque original a la cita. El decorado nos transportaba a un bar, barra, camareros y luces de neón incluidas.
El concierto empezaba a las 20:30, hora poco habitual para un concierto de rock. La gente fue llenando el teatro con bastante antelación y el ambiente fue in crescendo. Así, tras unos 15 minutos de cortesía, las luces se apagaron dejando paso al protagonista de la noche. Rulo apareció en escena. Lo hizo cruzando todo el teatro con su guitarra en la funda de la mano. Una entrada que sorprendió a propios y extraños. Empezó a interpretar los primeros acordes y estrofas de “Objetos perdidos”. Se trata del tema elegido para abrir la noche y que interpretó él solo junto con su guitarra.
La característica voz de Rulo rompió el silencio de un expectante auditorio solamente roto por los continuos murmullos de impaciencia. Una constante durante todo el concierto fue el público cantando todos los temas. Eso no perjudico el sonido ni el poder escuchar la voz de Rulo. Es la magia de los teatros.
Continuó con “Me gusta”. Una canción con más ritmo. “Gabon Euskadi. Gracias por acudir a la cita. Desde Reinosa, Cantabria, Rulo y La Contrabanda”. Tras el saludo era el momento de que el resto de la banda apareciera en escena. Daniel Baraldés (Pati) y Adolfo Garmendia (Fito) a las guitarras, Quique Mavilla (al bajo, contrabajo y acordeón) y el espectacular Carlos Arancegui a la batería. Este tipo de formato permite vestir las canciones de un modo muy distinto al del formato eléctrico. Temas como “Como Venecia sin agua”, “Me quedo contigo” y “No sé” (en los que Fito y Quique cambiaron de instrumentos) fueron ejemplo de ello. Sonaron con aires de rock americano.
Continuaron con “Divididos”. Rulo aseguró que “nuestros políticos lo están haciendo fatal”. El siguiente tema elegido, “Noviembre”, es el favorito de Rulo y eso se nota a la hora de interpretarlo. “Soy un romántico de mierda…” aseguró Rulo.
Hubo tiempo para recuperar temas de antaño y de aquel primer disco “Señales de humo” como “Descalzos nuestros pies”. Una canción de cara B que al parecer gusta mucho a la banda. Tras tocar “M” pudimos disfrutar de una faceta un tanto desconocida de Rulo. El cántabro se sentó al piano a interpretar “Mi cenicienta”. El escenario queda oscuras, una luna desciende desde las alturas y Rulo iluminado por un foco. Con esta canción el artista recordó “toda una vida buscando camareras y cenicientas”.
Le siguió un tema que quedó perfecto en acústico y, que hacía tiempo el cántabro no interpretaba en los conciertos. “Buscando el mar” con Quique Mavilla a la acordeón y Carlos Arancegui con la percusión. Una preciosidad en la que el mar es una metáfora de la felicidad. Risas al oír la voz del niño que le gritó a Rulo “te voy a invitar a mi casa”.
La canción que empezó a revolucionar el concierto fue “La Flor”, un alegato al desencanto urbanita. Rulo bajó del escenario repartiendo flores y eso hizo que algunas personas incluso le siguieran allá por donde iba. Continuó el concierto con “Tu alambre” en el que todo el mundo se decidió por las palmas. En este tema invitó al escenario a Lula Bertoldi, solista de la banda argentina Eruca Sativa (que por cierto actuaron ayer sábado en BilboRock y con entrada gratuíta).
Un punto y aparte merece la canción “Fauna rara”. Una ¿crítica? al ambiente que se vive en las discotecas. Carlos Arancegui ejerciendo de DJ y una bola de discoteca en lo más alto del escenario. Todo preparado para interpretar la versión disco y con un toque electrónico de este tema. Algo que dejó de piedra a un servidor pero que le puso un toque diferente a lo que estaba siendo el concierto.
Tras el “subidón” dos imprescindibles del repertorio de Rulo; “Buscando en la basura” y “Por verte sonreír”. Temas de su etapa en La Fuga que pusieron a todo el mundo de pies. La primera la introdujo Rulo recordando que ”hoy es viernes, la noche perfecta para buscar en la basura”. De la segunda explicó que “es una canción que después de 20 años sigue rajando el pecho”. Aprovechó también para presentar a la banda.
Después la presentación la sala volvió al silencio y siguieron los temas de “Como a veces lo hice yo”, “La reina del barrio”, que dedicó a todas aquellas personas que sufren cada día la enfermedad del Alzheimer. Con Rulo otra vez al piano sonó “Heridas de rock & roll” y a mitad de la canción regresaba la banda.
El concierto entraba en su recta final. Tres fueron los temas que iban a cerrar el show; “32 escaleras” y “La cabecita loca”, donde el teatro volvió a ponerse en pie . El tercero fue “El vals del adiós”. Una forma elegante y respetuosa de despedirse desde un escenario. Alguien le gritó “ese Bunbury”. Supongo que por el hecho de que Bunbury suele acabar sus conciertos con el también vals “Al final”. Tras la canción se encendieron las luces del teatro y sonó “Light my fire“ de The Doors.
En definitiva, ayer disfrutamos de un concierto de los que gustan y crean adicción. El sonido fue muy buena y la puesta en escena interesante. Un Rulo que se atreve a desnudar canciones solo con su guitarra o mano a mano con el piano. Una banda que está a la altura del espectáculo. Una Rulo más íntimo e imprescindible.