La rebelión supersónica llega mañana a Bilbao con Ilegales. La mítica formación liderada por el incontestable astur Jorge Martínez llega al Kafe Antzokia con todo vendido, tras arrasar en su tierra y allende los mares, en una fulminante gira por Latinoamérica. Como siempre peligroso (no va armado, pero sabe manejarlas) y clarividente, charlamos con el cantante y guitarrista de Ilegales sobre política, extinción de especies, adicciones, autocrítica y también de su último disco, Rebelión (2018). “¿Cómo no vamos a hacer un disco que se llame así? ¡No rebelarse es una ignominia, es hasta repulsivo no mostrar los dientes en algún momento”, asevera.
Amaia Santana
El título del último disco de Ilegales, ‘Rebelión’, no podía estar de más actualidad…
La rebelión, en estos momentos históricos que estamos viviendo, con toda esta gentuza, no sólo es necesaria sino totalmente imprescindible. No sé por qué se maldice tanto la palabra. España tiene además una gran tradición en rebeliones, golpes de Estado y cosas así (risas).
En el tema de apertura “Si no luchas te matas” aseguras que “ser manso es peligroso”. ¿Es la mansedumbre nuestro mayor pecado?
Hemos sido demasiado mansos, y la mansedumbre es muy peligrosa: ha llevado a miles de especies a la extinción. Todas las especies que pecan de esto, o tienen una altísima capacidad de reproducción o acaban pereciendo y desapareciendo. En fin, como he dicho alguna vez, el mundo es basura, ¡pero me gusta estar vivo!
También has dicho en alguna ocasión que tenemos un pueblo indefenso.
Sí… (duda). Se empezó diciendo que la mili tenía que ser para profesionales, cuando el ejército es una modernidad que nos llega con la Revolución Francesa. Los ejércitos profesionales son un arma peligrosa. Todo el mundo tiene que saber defenderse; lo que pasa es que algunas generaciones no quisieron pasar por el ejército por comodidad. Ahora resulta que tenemos un pueblo INCAPAZ de defenderse. Una pena. El instinto de supervivencia desaparece con la comodidad. Yo soy de los que sabe manejar un arma. Sé matar de muchas formas. Me he instruido en el ejército español y sé matar a ráfaga, tiro a tiro, con bombas de mano de varios sistemas… Manejo un montón de armas, ¿eh? Esto me dota de cierta capacidad de autodefensa.
Y de tranquilidad, ¿no? Podrás ir tranquilo por la calle, al manejar tanta técnica…
No, en la calle no suele haber este tipo de problemas. Pero, en caso de producirse una revolución, nos quedamos indefensos. Por lo menos, yo no seré uno de esos indefensos, y podré colaborar un poco en defender a quien tenga que defender.
Y en salvar a la especie, que falta hace.
¡Claro que sí! (risas)
“Me he instruido en el ejército español y sé matar de muchas formas. Al menos, no seré uno de esos indefensos. El instinto de supervivencia desaparece con la comodidad”
Más que tiempos salvajes, ¿vivimos tiempos asépticos?
Creo que hay indicios de cierto despertar. Se sigue hablando mucho de fútbol, pero también de política. Ha desaparecido esa AUTOCOMPLACENCIA de los años 90, y parece que ahora existe cierta combatividad. Las cosas han cambiado muchísimo desde el 15M. He oído gritar en la calle: “Cuando mis hijos pasen hambre, los tuyos chorrearán sangre”. Y eran muchos quienes coreaban esta consigna. Sin embargo, los poderes fácticos hacen caso omiso. Deberían analizar esos mensajes y ponerse a cubierto, para que no les arrase la masa cuando ésta decida ser protagonista de su propia historia, y entonces no haya quien la controle. Ilegales siempre ha sido un grupo muy político, no es un tic que haya adquirido en el 82, cuando apareció nuestro primer disco, con aquello de “Levántate y lucha, esta es tu pelea”. En ese momento, era necesario, pero AHORA MÁS. La lucha es una constante en todas las especies.
Años 80, ¿qué tiempo tan feliz?
Soy de los que piensa que cualquier tiempo pasado no fue mejor, fue anterior. La historia se puede afrontar desde la nostalgia o desde el presente. Yo elijo la segunda. Desde luego, los 80 eran tiempos más esperanzadores. Hoy, todas esas esperanzas se han diluido, y claro, toda una generación que no ha luchado despierta ahora y se da cuenta de que va a tener que hacerlo tarde o temprano. La generación más formada, por falta de combatividad, ha sido expulsada de su país laboralmente. Se ha construido un país DE POBRES. Han construido un cortijo para una serie de pequeños magnates y sobre todo de políticos puestos por unos carapijos. Ya tuvimos a Nerón, Calígula… (risas) Tuvimos a muchos títeres de estos; ahora tenemos a Trump, Putin, Kim Jong-Un… Siempre se pone a un psicópata para que haga lo que nadie se atrevería a hacer. ¡Cómo no vamos a hacer un disco que se llame Rebelión! No rebelarse es una ignominia, es hasta repulsivo no mostrar los dientes en algún momento. Bueno… ¡Vaya discurso más agresivo! Pero realista…
Y necesario.
Supongo que sí. Este es un disco necesario. Y muy realista, tristemente.
‘Rebelión’ está teniendo una buena acogida. ¿Crees que ha influido el documental sobre la banda ‘Mi vida entre las hormigas’, o se debe quizá a que forma parte de la banda sonora de estos tiempos?
Este disco es una banda sonora necesaria. El sonido es muy crudo, muy estimulante. Por supuesto, el documental ha hecho recordar que Ilegales están ahí. Es un documental muy bueno, sobre todo porque yo no he estado metido en él. He dado total libertad a Juan Moya y Chema Veiga; es su visión, acertada o no, pero han hecho un muy buen trabajo. Es una buena radiografía de una banda de rock. Volviendo al disco, reúne todas las características del momento histórico que vivimos, donde prima la inmediatez. Este disco es muy inmediato, está comprimido en un reducido espacio temporal, con una intensidad que lo hace muy interesante. Nos metemos además en jardines difíciles y espinosos: la droga, los hombres-bomba, el suicidio… Hay muchos suicidios en España, personas que han dicho: “No juego a esto”. También hablamos de ese “Tatuaje Invisible” que todos llevamos dentro y que un día nos devorará. Para algunos, será una verdad cruel; para otros, una mezcla hostil de dignidad y estupidez. En otros, en cambio, puede ser un cáncer u otra enfermedad… Es una canción premonitoria. Tuve una neumonía peligrosa, y la escribí unos meses antes, en fin…
¿Qué destacarías de “El Bosque Fragante y Sombrío”?
Es una canción de despedida. No: es un canto a la vida. Este es un momento en que estoy lleno de vida, y ese es el mejor momento para despedirse: cuando se ama profundamente a la vida y se odia a la muerte. No creo que haya que despedirse cuando uno está agonizando en el hospital. Ahí ya no amas la vida.
¿Y qué hay de “Mi Amigo Omar”?
Ahí tratamos el tema de la homosexualidad. Omar es una persona real, muy querida por el grupo, es amigo mío. Vive su homosexualidad con absoluta normalidad; se mueve por todos los ambientes, ¡como debe ser!, sin restringir su vida ni meterse en guetos de colores. Es sorprendente que un colectivo como el de los homosexuales, al que se le ha privado de sus derechos y se le ha enjaulado muy injustamente, que sean ahora ellos mismos quienes creen jaulas como si fueran invictos… ¡Los guetos no son buenos para nadie!
“Mi copa y yo” es un exquisito tango literario que bien pudiera haber escrito Bukowski…
(serio) Bukowski no es tan bueno como para escribir “Mi copa y yo”.
Touché. En lo musical, se trata de un tango, ¿verdad?
Sí, es un tango pasado a alta velocidad. El tango es una música mucho más elaborada y cosmopolita que algunos tipos de jazz primigenios. Reúne elementos de la música francesa, española, italiana… Es una música muy, muy interesante. Además, el discurso del tango es muy punki. Desde siempre, pertenece a gente dura. Esta canción es una mirada sincera -una mirada GLACIAL- al alcoholismo. Me lo tomo con humor, pero es una canción muy sincera. Tengo la gran fortuna de no tener una personalidad adictiva. Puedo beber 2 o 3 días, y luego no beber nada durante un mes. Pero muchos compañeros míos no tienen esa suerte. He pasado temporadas en las que me apetecía beber porque sí. Últimamente, pues sí, de vez en cuando me tomo unos vinos, pero no abuso. En la canción, hay un momento que dice: “Fuente sorda y peligrosa, tú has dado forma a mi vida, compañera en este otoño de tan suave resbalar. Buena o mala consejera, menudeas tus encantos con amargos desvaríos, tan cargados de verdad, que voy buscando ese trago que me permita olvidar…”. Creo que nunca he bebido para olvidar. Bueno, puede ser que en algún momento…
“El tango es una música mucho más elaborada y cosmopolita que algunos tipos de jazz primigenios. Y tiene un discurso muy punki”
Pero nunca se consigue, ¿verdad? Nunca se olvida, por mucho que se beba…
Creo que es algo inconcebible. Beber está bien para celebrar, cuando las cosas van bien. Pero, cuando las cosas van mal, lo mejor es quedarse en casa y afrontarlas. Tranquilizarse es difícil, lo sé. He estado muchas veces como el resto del grupo. Ilegales es un grupo atrapado en circunstancias adversas casi de manera constante. Pero conseguimos salir de ellas a base de afrontarlas. Y enfrentarlas.
Al hilo de las adicciones, cabe destacar “No tanta, tonto”, donde cantas: “Soy un saco de ansiedad atrapado entre un segundo y el siguiente”. ¿Esta reflexión pertenece a una de tus jornadas de autocrítica a las que has aludido alguna vez?
Te puedo asegurar al cien por cien que es así. Siempre aprovecho todas las bajadas después de, bueno, excederme, para tomar nota. Esas bajadas son químicas, y te permiten unas autocríticas que pueden ser muy beneficiosas, siempre que lo escribas para recordarlo. Puedes hacer buenos propósitos –que luego cumplirás o no-, y mejorar mucho personalmente. Porque una vez regresas a un estado de normalidad y el cuerpo se recupera… olvidas todo. Por eso es aconsejable tomar buena nota de todo.
Hay que registrar todo el arrepentimiento y las faltas. Que consten en acta, vaya.
Sí. “Esto me ha hecho daño. No me gusto, ¿por qué hago esto? En fin, vamos a evitarlo. Gestionemos esto de otra manera en el futuro”. Esa es la forma de llegar a mejorar como persona. Ser bueno es muy difícil.
Y poco rentable.
Según cómo se mire. Existe cierta rentabilidad interna que no se paga CON NADA. La gente que prefiera ser Rodrigo Rato, así lo ha escogido. Yo prefiero vivir de otra manera.
“Ilegales es un grupo atrapado en circunstancias adversas casi de manera constante. Pero conseguimos salir de ellas a base de afrontarlas. Y enfrentarlas”.
Dedicas una canción al horóscopo. ¿Crees en lo que ‘dicta’ el Zodiaco?
Nooo… Esa canción, desde el principio, trata al creador del horóscopo como un ‘flipado’. “He dejado de fumar, tomando setas alucinógenas…” (risas). Luego ejerzo de escritor de horóscopos, ¡y se me da bien!
¿Te gustaría escribir el horóscopo para un periódico, por ejemplo?
No. Ya lo he hecho en esta canción, donde puedes aplicarte el horóscopo que quieras. Es suficientemente ambiguo como para adaptarse a cualquier persona. Todo ese retorno de los brujos me parece muy sospechoso, e incluso peligroso. ¡Cuidado! No me parece nada deseable ni algo que tengamos que aplaudir. Probablemente una forma de exorcismo sea reírnos un poco de estas cosas.
Volvamos a lo mundano y terrenal, pues. ¿Cuáles son los ingredientes de esa sopa sónica que tanto te gusta?
Es muy difícil conseguirla. Los ingredientes de la sopa sónica actual de Ilegales son: un batería muy elegante, capaz de tocar todo tipo de ritmos con un tempo de altísima precisión; un bajista tormentoso, pero con mucha pegada, casi incansable -algunas veces, los tempos son tan rápidos que tiene que ponerse una muñequera porque se le hincha todo-; un joven teclista un poco loco, que a veces me ayuda con la guitarra; y con todo eso conseguimos esa sopa sónica excitante que estamos haciendo en este momento. Probablemente sea la mejor formación de Ilegales, o una de las mejores. Suena tremendo. Nos encontramos muy satisfechos y el grupo está generando muchísimo interés. Estamos agotando entradas en todos los sitios. Ilegales tiene una gran contundencia en este momento. Podemos dar un par de conciertos semanales con la máxima contundencia posible. Y en esos momentos alcanzo un alto grado de felicidad.
¿Trasladáis la inmediatez del disco al directo?
Vamos a toda velocidad. No es un concierto de desarrollo, es sumamente rápido, pero largo. Fíjate si va a tal velocidad que sólo puedo utilizar un modelo de guitarra. ¡No te da tiempo! Si tienes que cambiar por ejemplo de una Fender Stratocaster a una Gibson Les Paul, como solía hacer, tardas unos segundos en adaptarte a la ergonomía de la segunda guitarra. Ahora no puedo permitirme esos segundos. Tiene que ser todo muy fluido, y llevo tres fantásticas Fender Stratocaster, o las más apetecibles -tengo nueve-; he echado un combate entre ellas hasta elegir las tres que más me gustan. Si no se desajusta la primera, tocaré todo el concierto con ella, pero si no… A veces, no sé qué tiene la guitarra, qué pasa con la acústica, el clima, el ajuste… Que es una u otra la que va mejor, en función de cada local. Como profesional, llevo 40 y tantos años en esto y todavía no sé por qué razón ocurre. En resumen, el concierto va muy, muy rápido, casi sin respirar. Esto requiere una muy buena forma física, por eso no puedo permitirme muchas alegrías con la noche…
2018 ha sido un año fructífero para Ilegales: dos LP’s, documental, … ¿En qué fase de ese “proceso de ruido serio” te encuentras ahora?
Es muy pronto para eso… Además, si Rebelión se ha convertido en una sorpresa es porque esta vez, aunque sea un bocazas, he sabido callarme la boca (risas). Voy a seguir con la misma política, para ver si consigo el mismo efecto en la próxima entrega. Es un buen momento, sí. Y el siguiente, pues también lo será. Mañana nunca se sabe.