Ya está aquí el segundo disco de Kartzarot tras la reactivación de la banda de Lezama hace unos pocos años. Lo hicieron con un concierto sorpresa en su pueblo coincidiendo con el 20 aniversario del grupo y la edición en CD de antiguos temas. Pero la cosa no quedó ahí, ese resurgir derivó en ensayos y el posterior lanzamiento del notable «Arima ez da Galtzen” (2015), compuesto por algunos temas inéditos y otros creados para la ocasión, del que ya dimos cuenta en Rockinbilbo.
Ahora vuelven a la carga con «L» (2019) un disco totalmente autoproducido que recoge 7 nuevos y potentes cortes grabados en Chromaticity Estudios, con Pedro J. Monge en las labores de producción. Este álbum, al igual que el anterior, no se abstrae de los problemas sociales; los ataques sexistas, la explotación laboral o la destrucción del medio ambiente aparecen plasmados en sus letras, auténticos alegatos que deberían abrirnos los ojos ante estas injusticias. Aunque tambien hay espacio para la nostalgia y temas más amables.
El disco mantiene la línea de su anterior trabajo. Es un álbum compacto y sin fisuras, con temas que son el prototipo del heavy metal clásico, que han abanderado bandas estatales como Barón Rojo o Leño; e internacionales, como Kiss, Schenker o Whitesnake, entre otras.
‘Lehertzeko zorian’ es un buen ejemplo de ello. Un arranque potente para el disco, con un gran fondo instrumental perfectamente integrado con la voz de Asier Vicario, que fabula sobre futuros asentamientos en Marte a los que nos aboca la destrucción de nuestro planeta que nosotros mismos provocamos. También ‘Ametsak izoztu’, más pesada y oscura en su fondo instrumental, con tremendos guitarreos al final.
Las guitarras de Roberto Mellid y Javi Gallego vuelven a fusionarse a la perfección con la sección rítmica de Sergio Robredo (bajo) y Jorge Cobelo (batería) en ‘Gure heroiak’. Oda al Athletic, a Pozas, a la pasión de un partido de los leones. Y con inserciones de gran Iragorri y su particular forma de cantar los goles, todo un homenaje a un gran narrador deportivo. Continúa con ‘Ohostutato oroitzapenak’, otro tema con fondo social centrado en el Alzheimer; crudo y con melodias afiladas.
En ‘Lezama’ el grupo saca su faceta emotiva y melancólica. Es una preciosa balada acompañada de la txikitia de Gaizka Peñafiel. Un precioso poema dirigido a la localidad de origen del grupo, que cualquiera que lo escuche lo puede extrapolar a su propia ciudad. En ‘Erasorik ez’, cambian de registro para volver a la ofensiva contra las agresiones sexistas. Un corte más duro si cabe en su fondo instrumental, un rasgo que más o menos comparten todos sus temas reivindicativos.
‘Train’ es el corte que cierra el disco. Es una canción a 3 idiomas en la que ha colaborado Monge con los punteos; una canción muy festiva y pegadiza aunque esté pensada como bonus track, y también como testamento de la más que probable despedida de los estudios de la banda, según deslizan en la nota de presentación de este gran «L» (¡esperemos que no!).