Fotografía: Iñigo PasBas
El pasado sábado Depedro (Jairo Zavala, Madrid 1973) comparecía en riguroso directo en un Kafe Antzokia que colgó el cartel de “entradas agotadas”. Cada vez que el artista recala por estas lindes atrae a una gran legión de fans y en esta ocasión no iba a ser menos. Cuando faltaba poco más de media hora para la apertura de puertas los alrededores se convirtieron en un hervidero de personas que hacían cola junto a otras que buscaban desesperadamente una entrada. Depedro venía a presentar “Todo va a salir bien”, una revisión de algunos de sus temas interpretados junto a artistas amigos (Coque Malla, Fuel Fandango, Luz Casal, Izal, Vetusta Morla,…).
Sorprendió enterarnos que había telonero a pesar de que no estaba anunciado. Lucas Álvarez de Toledo, Pez Mago, iba a ser el encargado de abrir el concierto. El músico, poeta y trotamundos, que formó parte de la banda de Jairo hace varios años, se lo confesó a un servidor unos minutos antes del concierto.
Lucas interpretó 6 temas, incluidos varios de su último trabajo “Dos lenguas”. Durante 30 minutos de actuación conectó con un público que colaboró con el cantautor cada vez que lo solicitó. Un verdadero gustazo disfrutar de un artista atípico dentro de su generación. Sus conciertos son más que recomendables porque su música tiene un sello personal. El sábado volvió a dejar muestra de un estilo propio que hace que el público lo sienta como suyo.
LLegó el momento de Depedro que apareció en escena acompañada de su banda; Martin Wenk a los teclados y viento, Hector Rojo al bajo, Kike Fuentes a la guitarra y Martín Bruhn a las percusiones. Unos músicos compenetrados entre sí y que dejaron clara su impronta durante las dos horas en las que sonaron 20 temas. A destacar el magnífico sonido que se pudo disfrutar.
Se arrancó Jairo con tres clásicos; “Como el viento”, “Hay algo ahí” y la imprescindible “Nubes de papel” con la que Jairo nos alentó a romper límites y fronteras. Para entonces ya tenía al público en el bolsillo. Jairo disfruta en el escenario y contagia su energía a los presentes. Su voz y su música hacen el resto.
Nos llevó de viaje por todos los lugares que Depedro ha visitado y en los que se ha empapado de otros sonidos. Desde la cumbia del “El pescador” hasta el sonido mejicano de “DF”. Algunos arreglos en sus canciones también nos acercaron a un rock fronterizo como punto de encuentro de culturas. A quien le guste bailar tuvo oportunidad de hacerlo. Incluso se bajaron al público instrumentos en mano para bailar.
Sonaron también “La memoria”, “Déjalo ir”, “Antes que anochezca” y “Vidas autónomas”. Hubo momentos para el sosiego, con “Te sigo Soñando”, “Tu Mediodía” o “Diciembre”. No faltaron tampoco “Flores y tamales” y “Por qué cómo y cuándo”. Con “Hombre bueno” nos volvió a dejar ejemplo de lo que son los arreglos prefecto para una canción. Virtuosismo por doquier.
Antes de llegar a los bises nos regaló dos temazos en toda regla. Recorrimos la carretera “Panamericana”, esa que recorre casi todos los países del continente Americano y que nuevamente nos puso a todos a bailar. Y por supuesto no faltó la parada en Costa Rica y ese homenaje a Chabela Vargas con su “Llorona”. Delicatesen oigan.
DePedro no se hizo de rogar y volvió al escenario solo y muy rápido. Empezó interpretando “Miedo” y se le fue uniendo la banda. Consiguió ponernos tiernos con “La casa de sal” (incluso quienes se pasaron todo el concierto hablando y molestando callaron) y se despidió con “Chilla que tiemble”.
Una vez más Depedro conquista Bilbao y van ya no sé cuántas veces. El sábado sin duda todo salió bien.