Fotografía: Iñigo PasBas
El pasado sábado acudíamos al Palacio Euskalduna para vivir en directo el concierto acústico que Manolo García ofrecía, por primera vez, junto a toda su banda. Y es que una experiencia así hay que verla con los propios ojos. De nada sirve que te cuenten si no has estado allí. El artista barcelonés es un pintor de sentimientos sobre el escenario y eso hay que vivirlo. Por todo ello, acudimos con muchísimas expectativas, la mismas que un público que había agotado entradas desde hacía varias semanas. Como suele ser habitual el ex de El Último de la Fila no defraudó y nos sorprendió con todo un conciertazo.
La actuación empezó con diez minutos de retraso pero un entregado público lo perdonó. Y es que ¿qué son diez minutos si después disfrutamos de un concierto de más de tres horas? Sí, no habéis leído mal; más de tres horas. Tiempo suficiente para hacer un extenso recorrido por toda su discografía. Sonaron canciones de Los Rápidos, El Último de la Fila y, como no, de su trabajo en solitario. 32 temas que fueron cayendo sin prisa pero sin pausa.
Al ser un concierto acústico despojó las canciones de todo sonido eléctrico y eso las hizo aún más cercanas si cabe al público. Aunque para cercano, Manolo García. No dejó de pasear en varios momentos entre las filas de gente que abarrotaban el auditórium del Euskalduna. Daba la mano, sonreía, recibía regalos y todo esto sin dejar de cantar. “Intento cantar y decir gracias mientras doy la mano. Es difícil pero lo intento”, aseguró entre risas el catalán.
Y ¿qué decir de su banda? Todo bueno. Unos músicos que hacen una labor envidiable. Hacer que unas canciones tan conocidas suenen diferente sin que estas pierdan un ápice de su alma. Olvido Lanza (violín), Ricardo Marín y Víctor Iniesta (guitarras), Josete Ordóñez (laúd), Juan Carlos García (piano, percusión y coros), Charly Sardá (percusión) e Iñigo Goldaracena (contrabajo).Todos han puesto de su parte para lograr unos arreglos dulces y rítmicos para el extenso cancionero de Manolo García.
No faltaron tampoco los alegatos contra la violencia de género, contra el cambio climático y contra las redes sociales. Es sabido que el artista está comprometido con muchas causas y eso no se olvidó el sábado. Dedicó el concierto “a Greta Thunberg y a los jóvenes que se manifiestan por la defensa del planeta. Tenemos que hacerles caso”. Respecto a las redes sociales denunció: “a sus hijos les alejan de la tecnología que a nosotros nos quieren vender a toda costa”. Rotundo.
Sobre un escenario onírico, como muchas de las canciones y cuadros de Manolo García, fueron brotando los temas. Anticipo del que abrió el concierto, “Exprimir la vida”, fue un solo de violín de Olvido Lanza mientras se encaminaba desde el patio de butacas al escenario. Siguiendo con los temas de su carrera en solitario también formaron parte del set list “Cierro la noche”, “Sólo amar” o “Sabrás que andar es un sencillo vaivén”. Encandiló con “La sombra de una palmera” a la que siguieron “Sombra de la sombra de tu sombrero”, “Ardió mi memoria” y “Océano azul”.
Hubo temas muy coreados como “Sobre el oscuro abismo en que te meces”, “No estés triste”, “Nunca es tarde”… Pero la apoteosis llegó con “Pájaros de barro” , “A San Fernando, un ratito a pie y otro caminando” y con “Nunca el tiempo es perdido”. Tampoco defraudó “Si te vienes conmigo”. La banda y Manolo se retiraron del escenario para volver con 11 temas más. La mayoría de los bises eran también temas de su carrera en solitario. Me quedo con “Rosa de Alejandría”, “Carbón y ramas secas”, “Somos levedad” y “Un giro teatral”.
En el repertorio, como ya citado, no faltaron temas de sus etapas anteriores. De Los Rápidos cantó “San Gennaro”, “Navaja de papel” y “Braque”. De El Último de la Fila nos faltaron sus canciones míticas, algunas enteras y otras mezcladas entre sí. “En los árboles” sonó con “Yo no danzo al son de los tambores”. Parecido pasó con “Sara” que compartió protagonismo con “Lapiz y tinta”, “A veces se enciende” y “Canta por mí”. La que tuvo su espacio privilegiado y cerró el concierto fue el himno “Insurrección”. Pero el artista quiso cerrar con algo especial y nos regaló la ranchera “El Rey” de José Alfredo Jiménez.
Los conciertos de Manolo García son como una cura. Un espacio en el que olvidamos, recordamos y disfrutamos. El sábado lo volvimos a vivir así. Y como dice en su canción “Sara”…”no es que el tiempo lo cure todo, pero puede ayudar.” El tiempo no sé pero Manolo García sin duda.