El de Reinosa presentaba el pasado sábado (7 de marzo) en Bilbao su cuarto disco de estudio, «Basado en hechos reales«, desde que hace diez años, decidiera volar libre y emprender el viaje en solitario dejando atrás a La Fuga, su grupo de toda la vida.
Diez años ya que han pasado volando para el público que abarrotaba una sala Santana 27 llena hasta la bandera, lleno de nuevos fieles y eternos adolescentes rondando los treinta y muchos, fieles al cántabro desde los tiempos de la mítica banda de rock de Reinosa.
Rulo ha crecido, ha madurado y sin duda ha salido ganando. Siempre fiel a su estilo, a su música y a sus canciones. Aquellas que han ido creciendo junto a él y que ha sabido «aparcar» y dejar de lado gran parte del repertorio de esos «míticos» himnos de La Fuga, para centrarse en el presente y en el futuro de su proyecto en solitario.
Algo más de dos horas de concierto con una preciosa puesta en escena sobre las tablas, aunque con algún pequeño «desliz vozcal» en algunos compases, quizás fruto de la emoción de Rulo al contemplar la respuesta de un público entregado desde principio a fin del show.
Cerca de 25 temas con un bis final, en los que repasó gran parte del nuevo álbum, como el single «Verano del 95«, «Mal de altura«, «Bienes y males» entre otras, y varias canciones de sus trabajos anteriores, entre las que no faltaron «Me quedo contigo«, «Mi cenicienta«, o «Heridas de rock&roll«.
Hubo tiempo para deleitar a los menos jóvenes con dos himnos de antaño «P’aquí p’allá» y «Por verte sonreir» antes del parón para los bises.
Para cerrar, contentó a su público con los cortes «32 escaleras» y «La cabecita loca«, para acabar cantando a medias con el público «La última bala«, canción que culmina su último disco y que sirve para despedir la noche hasta la próxima, que esperemos que no tarde en repetirse mil lunas.