La espera para poder disfrutar de directos se me ha hecho eterna pero por fin, el pasado fin de semana, llegó. Dicen que todo lo bueno se hace esperar y así fue. El viernes Mikel Erentxun recalaba en la Biblioteca de Bidebarrieta en solitario para ofrecer un recital dentro del ciclo Bilbao Uda 2020. La casualidad ha querido que la última crónica publicada fuese también del donostiarra que actúo en pleno confinamiento en la Sala BBK.
Se agotaron las entradas. Era previsible puesto que el precio era popular (5 euros) y las medidas sanitarias restaron parte de las localidades. Era una sensación rara estar esperando un directo con la mascarilla puesta. El propio Mikel Erentxun aseguró «desde aquí arriba la visión en un tanto singular». Era su primer concierto con público tras la pandemia. «Es un placer tocar con gente y no con una pantalla, un teléfono delante o en una sala vacía» afirmó.
De nuevo se presentó con la única compañía de un piano (que estrenó ese mismo día) y dos guitarras (de las que solamente utilizó una). Ofreció un set list más que interesante con algunos cambios respecto al último concierto en el que le vimos en este formato. «Esta mañana he hecho el set y me ha resultado difícil porque quiero tocar todas», señaló. Aún así pudimos disfrutar de temas clásicos y otros que durante sus giras han ido quedando en el cajón.
Abrió con «Pidiendo pista». Una canción de su disco «Detalle del miedo» junto a la banda Las Malas Influencias. Como curiosidad decir que ese disco ha salido editado de nuevo con motivo del Recod Store Day. Siguió con «La vereda» de su último trabajo «El último vuelo del hombre bala». Una canción que habla del paso del tiempo, un tema que a Erentxun le obsesiona. No faltó el temazo «Mañana».
Escuchamos también «Placebo», una composición de 2006 incluida en el disco «El corredor de la suerte». Tras ella llegó el primer momento especial de la noche. El siguiente tema en sonar era «Veneno», canción compuesta junto al donostiarra y amigo recientemente fallecido Rafael Berrio. Continuó con «Corazones» y con «1977». Este ultimo tema con referencias al año en el que murió Elvis Presley y por quien el guipuzcoano siente devoción . Con «Amigos de guardia» nos aseguró que ya se estaba animando.
«Imagino» fue la primera que interpretó al piano. Instrumento que nos domina bien como el mismo asegura. «Soy muy malo al piano pero me gusta estar sentado como un alter ego. Solo sé tocar de una manera si me lo permitís y perdonáis mis imperfecciones». «Dulce aroma», también al piano, fue la primera de Duncan Dhu que sonó. Volvió a la guitarra para tocar otro tema de los Duncan,la muy rockera «El ritmo de la calle». Con «Vasos de Roma y Ginebra» aprovechó para piropear a su guitarra. «Con lo mal que la he cuidado y cada día suena mejor», confesó. Siguió con «Suelta las riendas de mi corazón».
Otro momento especial fue cuando tocó «Agua», un tema a Pau Donés. «Otro amigo que se ha marchado», lamentó. Tras acabar se le pudo ver afectado con alguna lagrima en los ojos. Incluso cuando se sentó de nuevo en el piano para «Corazón de mil inviernos» estaba todavía emocionado. Volvió a la guitarra para reglar tres grandes temas: «A un minuto de ti», «Cicatrices» y «Cartas de Amor».
«¿Os podéis poner de pie?», preguntó. Las respuesta fue un levantamiento masivo de almas deseosas de poder bailar. Tocó un bis. ¡Qué ganas teníamos de volver a escuchar bises! La elegida fue «Marcos y Nerea». Despedida y salida en orden tal y como nos indicaron los responsables de la sala.
Otro buen bolo de Mikel Erentxun. Buen sonido, buena voz (salvo alguna detalle) y buena selección de canciones. Alguien me comentó post concierto, … «con lo buen guitarrero que es solo le falta ser un gran letrista». Lo que está claro es que el donostiarra mejora con el paso del tiempo. El viernes nos lo demostró en la vuelta a los directos DC.
