El pasado sábado acudimos a la Sala BBK a un nuevo concierto del ciclo Udazken Soinuak organizado por la Sala BBK junto a Last Tour. Sobre el escenario Rufus T. Firefly una de las bandas estatales más interesantes que han deparado los últimos años. Los de Aranjuez son una banda joven pero que llevan ya años (¿15?) de trayectoria pero que han tenido que esperar hasta sus dos últimos discos («Magnolia» y «Loto«) para tener una importante repercusión en el panorama musical.
Este concierto había levantado muchas expectativas y no era para menos. La banda publicará nuevo disco «El largo mañana» a finales de noviembre y, por los adelantos que habíamos escuchado, hay un cambio en el sonido del grupo. Había ganas de escuchar las nuevas canciones junto a sus temas anteriores y eso quedó reflejado en la muy buena entrada que reflejó la sala.
Con algo de retraso sobre la hora prevista fueron saliendo a escena los miembros de la banda. A los componentes de siempre, es decir, Julia Martín-Maestro (batería), Victor Cabezuelo (voz, guitarra y teclados), Miguel de Lucas (bajo) y Carlos Campo (guitarra), se les han unido Manola a la que confundí con Marta (teclados y coros) y Juan Feo (percusión). Como decimos el sexteto fue entrando bajo el ritmo que marcaba la intro. Esta no era otra que el tema «Un amico» de Ennio Morricone. La noche prometía.
Rufus T. Firefly es de esas bandas que en su puesta en escena dejan claro que todos son importantes. La pirámide que forman sobre el escenario hace que todos estén a la vista del público. Nadie tapa a nadie. Ayer lo volvieron a demostrar durante algo más de una hora de concierto en el que interpretaron 13 temas bajo un sonido espectacular y una iluminación onírica que hizo las delicias del respetable aunque desesperó a los compañeros fotógrafos. Mención especial merecen Julia Martin-Maestro y Miguel de Lucas. La primera porque es un verdadero placer verla al frente de la batería. Dani Oñate (batería de The Daltonics dio fe de ello). El segundo porque hizo unas líneas de bajo espectaculares. Todo sin desmerecer al resto de la banda que nos hizo disfrutar de cada nota.
Abrieron con «Templehof«, tema del que será nuevo álbum y que deja entrever lo que nos deparará este «El largo mañana» así como la armonía en la voz de Victor. Siguieron con «Torre de marfil» uno de los adelantos del disco y que nos regala unos teclados electrizantes y unos coros de Manola. Tras un breve saludo Victor nos explica que han decido presentar el disco de una manera diferente. El objetivo es dar importancia al formato físico y huir de la inmediatez de las redes sociales. Por ello «vamos a tocar todos los temas del nuevo disco y centrarnos en ellos», informó. Aplausos. No se merecen otra cosa. Presentar un disco inédito íntegramente en directo solo puede deberse a la valentía y a la confianza en el trabajo realizado.
Continuaron con el tema que da nombre al disco, «El largo mañana«. Con este tema aumenta la presencia de sintetizadores y guitarras. A destacar el solo de guitarra y la base rítmica de Julia y Juan. Sorprenden con temas como «Esta persona no existe» o «Me has conocido en un momento extraño de mi vida». El bajo de Miguel de Lucas se luce en «Polvo de diamantes». Este tema ha sido otro de los adelantos y en damos escuchado. Órganos sobreexpuestos, guitarras con el pedal wah wah para amplificar frecuencias y un fabuloso ¿break? de batería para acompañar la voz de Victor.
Sabíamos por entrevistas que les han hecho que tenían intención de alejarse de la psicodelia para acercase al soul. Ayer lo confirmaba Victor Cabezuelo: «hemos querido acercarnos al primer soul de los años 70 de gente como Marvin Gaye. Hemos aprendido a tocar flojito sintiendo cada golpe». Para ello han cambiado su forma de pensar y, sobre todo, de componer. Sin embargo, la psicodelia les persigue y aún se perciben rasgos de ella en las composiciones. Lejos de ser algo negativo, a esas trazas psicodélicas les viene muy bien el nuevo tempo que la banda imprime a sus canciones.
Lo comentado en el anterior párrafo se refleja en dos temas; «El hombre de otro tiempo» y, sobre todo, en el swing que desprende «Selene«. «Lafayette» fue el siguiente. Este tema es otro de los adelantos y en el mismo colabora Anni B Sweet (en el disco). Melancolía a raudales en un tema con el que dejan el escenario.
Tras una breve espera regresan y agradecen que hayamos estado ahí para escuchar temas que no conocíamos y hacerlo «con tanto respeto y atención». Victor anuncia que van a interpretar cuatro temas más «casi del tirón» y es que él no es mucho de hablar. Vuelve a agradecer el que «no habéis dejado de apoyar la música en estos tiempos tan complicados».
Nos habían dicho que cuatro temas pero ¡qué cuatro temas! Canciones de sus anteriores discos pero llevados al sonido actual de la banda. Una delicia. El primero de ellos fue «Nebulosa Jade» que puso los pelos de punta a toda la sala. Bajo un efecto de cielo estrellado se convirtió, sin duda, en el momento más especial. Faltaba una canción de la nuevas por tocar y llegaba su turno. «Sé dónde van los patos cuando se congela el lago» entraba fundida con la anterior ante de que sonara «Un breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad«. Estamos ante un himno de Rufus T. Firefly y, quizás, uno de los más pop. Y, como no podía ser de otra manera, el concierto iba a acabar por todo lo alto. En el momento que suena la guitarra desgarrada de «Río Wolf» comienza un fin de fiesta espectacular. El riff más conocido de la banda, el ideario de la banda y la más potente del repertorio.
El sábado Rufus T. Firefly nos regaló un universo de sensaciones con un ritmo más cercano al soul pero que todavía esconde esa psicodelia que les ha catapultado en la escena musical. Tras «Magnolia» y «Loto» podemos decir que queda mucha vida. Uno de los mejores del año.