La cita del viernes fue con Hendrik Röver, este viejo conocido acudió acompañado por Sergio “Tutu” Rodríguez, al bajo, y Javi Arias, a la batería. El eje central de la reunión era la presentación de su nuevo trabajo “Craft Rock” (Guitar Town/Folc Records), pero, siendo sinceros, aquí todo podía pasar (y sonar); no podemos negar que treinta y cinco años de hiperactivas dosis de blues rock crudo y rugoso dan para mucho. Además, nos esperaba un recién estrenado cambio de formación, anunciado por el mes de julio, con el que Los DelTonos despedía a dos de sus integrantes, recuperando así su esencia inicial, volviendo a concentrar esfuerzos en lo que ya podemos considerar como un power trío inflamable. Sus más de dos horas de concierto sin descanso lo avalan.
La apertura de puertas fue previa a las 21:30 horas, para entonces ya había interés que se reflejaba en una aceptable cola. Por mi parte, la emoción por ver la recién remodelada Sala Azkena solo sirvió para acrecentar mi propia impaciencia, pero esa situación no duró mucho y, como era de esperar, la entrada fluyó de forma ágil. Una vez dentro, me pareció percibir los cambios necesarios en la estética que responde al aura que ha desprendido siempre de por sí la sala.
Poco a poco fuimos entrando y tomando una ruta común bastante marcada: apreciar la renovada Sala Azkena mientras dejábamos que nuestros cuerpos se dirigieran en línea recta a comprobar la solidez de la barra. Una vez verificado esto, nada como pedirse una birra para comprobar si disponían de suficiente abastecimiento de bebidas espirituosas (aunque nadie lo dudaba), una vez chequeado también esto, ya teníamos la suficiente seguridad para afrontar un concierto como el que teníamos por delante. Mientras se acercaba la hora no podía dejar de darle vueltas a la pregunta al aire que nos ha querido lanzar el frontman en su último trabajo: ¿El rock ha muerto? Qué mejor noche que esta para poder comprobarlo.
Hendrik, haciendo honor a sus raíces alemanas, no dejó que el comienzo se demorara mucho más de la hora acordada. A las 22:00 horas, empezó a sonar de fondo una breve intro de «Tara´s Theme», vamos, la mítica canción de “Lo que el viento se llevó” que ayudó a que Hendrik, Sergio y Javi fueran ocupando sus puestos. Sin mayor trámite, empezaron con «Them Changes», la adaptación de uno de los temas y riffs más pegadizos de Buddy Miles. Javi marcó el principio de «Feliz» al que le siguió «Oscuridad», que, aprovechando algunos segundos para recobrar el aliento, desencadenó en el primer aplauso del público. Una breve presentación dio pie al rock artesano que envuelve su último trabajo “Craft Rock”: «La Pieza Principal», con Hendrik dejándose llevar por el sonido y mostrando su pericia en el solo de guitarra y para «Así Lo Entiendo Yo» se enfunda una guitarra naranja a juego del bajo de Sergio y se marcan un dúo guitarrero de altura. Con un “Hola, ¿qué tal? Conciertos de pie” el líder da dos pasos situándose en el centro del escenario y con ayuda del slide nos lleva a un rock sureño con «Vergüenza» sin necesidad de enfundarse unas botas vaqueras.
Basada en la conversación de Manuel Manquiña con su mujer en la película “Airbag”: “Carmiña, que lo dejo”, así presenta el memorable «Lo Dejo», a la vez que se ríe mirando a Sergio haciendo sonar de manera divertida las dos guitarras. Da de lado al slide con «En Mitad», bien elegida, ya que nos orienta sobre el tramo del concierto en el que estamos. «Puedo morir en cualquier momento» con esta guitarra, percusión y bajo musculoso de este tema que cumple un cuarto de siglo. Se lucen y nos embriagan con «Discotheque Breakdown», es aquí cuando empieza a desatarse una euforia evidente entre el público.
Percusión, guitarras, guitarras y más guitarras. Rock artesano y de oficio, quién ha podido seguirle durante estos años lo sabe. Cuando Hendrik asegura ser nuestro proveedor de grasa saludable de confianza, está en lo cierto. Una exhibición de riffs infatigables que hasta los más profanos del rock guitarrero podrían apreciar. Buen momento para dar un trago a la cerveza (la que bebían ellos tenía mejor pinta, es lo que tiene ser experto en la materia). Presentaciones oficiales con «Correcto» y, sonando sin descanso, aparece «Conduzco Yo»; a estas alturas el ambiente que envuelve la sala destila puro rock en castellano al más puro estilo americano y, como diría un viejo deltonero, ya nos estábamos encontrando bastante enfermos. En este punto nos regalaron «I’m bad, I’m nationwide» y «Arrested for Driving While Blind» de los ZZ Top. Un bonito homenaje de los cántabros al legendario Dusty Hill, fallecido este pasado verano a los 72 años.
“Los tiempos mejores no van a volver” de «Tiempos Mejores», hace que alguien grite desde el público un: “esa es tu opinión”. Con «Brindemos», nos dedica a los presentes el único momento reflexivo de la noche al que le sigue «Salud» entonando cosas como: “cuando el rock tenía un roll luchar era un debate, la fuerza era la suma de las partes”. Y aquí vienen los temas más incendiarios: encabezando (como no), «Gasolina» que suena redonda y el público se lo hace saber. Haciendo uso del humor que le caracteriza, interrumpen el inicio del tema «¡Hey, Gente!» para realizarnos una leve encuesta: “por cierto, ¿el rock ha muerto?”. Sin dar tiempo a contestar empieza a sonar, pero la verdad es que a estas alturas todos sabíamos la respuesta.
Al incesante “Beste bat” del público respondieron bises de altura: empezando por letra certera de «Listo» que dio pie a «Soy un hombre enfermo» y sus inevitables consecuencias: un público felizmente enloquecido atento a la bajada ágil del de Muriedas a la pista y, para finalizar, decidió volcar el micrófono hacia los asistentes pensando que cedernos alguna estrofa sería buena idea. «No, señor» parecía presentarse como la última, pero, como bien apuntó una seguidora que compartía el mismo metro cuadrado que yo: “Hay que tener fe”, y, efectivamente, cumpliendo las dos horas de concierto y con más de veinte canciones cantadas, decidieron volver a acudir a nuestra llamada con «Escucha». Un “Si queréis más ya sabéis cómo funciona” da por concluido el concierto.
Conciertos como este demuestran que bandas veteranas como Los DelTonos están en su mejor momento tras tres décadas y un lustro siendo maestros del rock artesano. Son dueños de cortes que mutan y evolucionan con el paso del tiempo e inventores de infinidad de riffs contagiosos. Auténticos proveedores de grasa saludable, una mezcla de lúpulo y canciones que son las culpables de llenar la escena de auténtico rock y esperanza. De forma inevitable, lo ocurrido esa noche hace que deseemos más y queramos que se haga realidad el esperanzador mantra que tiende a repetirnos Hendrik de que “lo mejor aún está por llegar”.
- Texto: Ane Gorostiaga.
- Fotografías: Txema De la Cruz (Txemaiden).