Egon Soda: «Si quieres una sociedad distinta intentarás hacer música distinta…»

Egon Soda: «Si quieres una sociedad distinta intentarás hacer música distinta…»

Foto cabecera: Jonh Coogan.

Si hay una banda consolidada dentro del panorama estatal esa es Egon Soda. Un grupo formado por Ricky Falkner (voz y bajo), Charlie Bautista (teclados), Xavier Molero (batería), Ricky Lavado (percusión), Pablo Garrido (guitarra) y Ferran Pontón (guitarra). «Bellaurora» es el quinto disco de estos músicos de trayectoria intachable y que estarán este sábado en la Sala BBK para presentar sus canciones. Charlamos con ellos para conocer más de este nuevo trabajo y de la banda.

¿Cómo definiríais Egon Soda?

Una familia de hermanos con serios problemas de adaptación al entorno.

Vivís en ciudades diferentes, formáis parte de proyectos diferentes, esta banda no es vuestro proyecto principal,…y, sin embargo, sois uno de los grupos más sólidos o más consolidado del panorama musical. ¿Dónde está el secreto?

Querernos mucho. Que nadie nos aprieta, porque a la llamada industria musical poco le importamos, y una sincera necesidad por hacer música e intentar que llegue lo más profundo. No importa a cuantos.

Hay quien os considera una “superbanda” … músicos de calidad, con larga trayectoria y cuyos discos siempre mantienen muestran un nivel altísimo.

Esa podría ser la definición de muchísimos grupos españoles. Nosotros lo que tenemos es una superagenda. Es lógico que el hecho de formar parte de muchas bandas y proyectos dé una cierta idea de músicos de estatura. Pero en realidad, Egon Soda es solo nuestra casa y un corazón compartido. Y en ese terreno no hay “super” ni “infra”. De hecho, es lo que pasa en la mayoría de bandas.

Vamos a vuestro nuevo trabajo: “Bellaurora”. Han pasado cuatro años desde vuestro anterior álbum. ¿Cómo surge este nuevo disco y qué es lo que se va a encontrar quien lo escuche?

Pues la verdad es que nos pilló la pandemia y me puse a hacer canciones que fui mandando al resto del grupo. Con más tiempo, pude emplearme un poco más a fondo en las maquetas (que tradicionalmente eran tan horrorosas que suponían un reto para el resto de la banda trabajar con ellas) y nos fuimos acostumbrando a esto de los Zooms y las conversaciones de Whatsapp para ir dándole forma. Además, tuvimos la suerte de que Casa Murada (el estudio/casa donde hemos grabado casi todos nuestros discos), Jordi Mora y Dani Ferrer nos ayudaron lo indecible para sacar el disco. Nosotros no tenemos discográfica y sacar cada disco es un encaje de bolillos donde la familia extendida confía y nos regala su generosidad. Sin ellos sería imposible. Y a esa familia se han sumado Panda. Oso Polita y Altafonte.

El origen del disco es una cierta situación de reflexión interna. De querer llegar a hacer las paces con uno mismo y dejar de vivir agobiado por lo que el resto del mundo espera de ti. A diferencia de El Rojo y el Negro, nuestro anterior disco, no queríamos poner unas líneas muy definidas y quisimos que el disco fuera un viaje por distintos colores y lugares musicales, que sirviera de alguna manera de caricia en un momento en el que todos nos sentíamos especialmente vulnerables.

Habláis en el disco de un “grito de necesidad”. ¿La situación pandémica vivida ha marcado mucho este disco?

Totalmente, como te comentaba, tanto en los tempos de composición y grabación como, de manera más inconsciente y de la que nos hemos dado cuenta más tarde, en el contenido y la orientación del disco. Pero creo que es más un disco de post-pandemia que de pandemia. Porque es después cuando salen los moratones y viene la resaca del dolor.

Fotografía: John Coogan.

También en el disco definís Bellaurora con diferentes acepciones … ¿Cuál sería la más apropiada y que da sentido al disco?

El origen del concepto, el origen real, es un cartel en la calle Balmes, en Barcelona. Un cartel desfasado, pero a su manera elegante y resiliente, que se encuentra entre dos armatostes modernos. Sin embargo, resiste en la reafirmación constante de su propia esencia. La película que le expliqué al resto de la banda era más literaria: un barco que se llama Bellaurora que encalla en las costas de Galicia y se estrella contra un bar, que también se llama Bellaurora, y los fantasmas de marineros y clientes se mezclan y viven enternamente entre la barra y el mar explicando historias. Creo que también define bien lo que es Bellaurora. Y Egon Soda.

Las letras, en comparación con las anteriores publicaciones, resultan menos directas. ¿Pensáis que es así? Y, si es así, ¿a qué se debe?

Se diferencian mucho de El Rojo y el Negro, sí. Entonces me obligué a un tipo de escritura distinta, más directa y expuesta, debido a la temática política del disco. En cambio, en esta ocasión he escrito como lo he hecho siempre: intentando crear un lugar, una escena donde cada uno vea sus propias cuitas y preocupaciones. Las canciones son, más bien, como posadas en el camino. Escalas de un viaje. Curiosamente me cuesta mucho menos escribir así que como lo hice en el disco anterior.

También hay diferentes temas del disco que podrían haber formado parte de discos anteriores. Parece que hay un poco de vuestros trabajos anteriores recogidos en este “Bellaurora”.

Alguien dijo que este disco es un poco un “Grandes éxitos” de Egon Soda. Aunque más correcto sería decir un “Grandes fracasos desapercibidos”. Pero creo que tiene algo de aluvión, de suma de sedimentos y conocimientos que hemos ido adquiriendo a lo largo de los álbumes anteriores. Sin ellos no exisitiría Bellaurora.

Hemos hablado de la distancia y los proyectos que os separan … ¿Cómo es el proceso de grabación teniendo en cuenta estas dificultades?

Pues siempre es más o menos igual. Nos encerramos en Casa Murada y nos submergimos totalmente en la música durante diez días totalmente dedicados a ello. En esta ocasión, Ricky Falkner insistió mucho en que ensayáramos un poco antes, así que hicimos tres días de ensayos que nos ayudaron a llegar con las ideas muy claras y ya solo fue cuestión de dejarnos llevar, mecidos por las sabias manos de Jordi Mora y la producción de Falkner.

La canción “El lecho de Proscuto”, hace referencia a la mitología griega. El síndrome de Proscuto hace referencia a la intolerancia a lo diferente, a querer sobresalir aunque sea apropiándose de ideas de otros,… Sois seis en la banda ¿Cómo evitáis caer en ese síndrome a la hora de definir vuestro estilo?

Esa canción es una crítica a esa manera de pensar que implica que todos debemos ser iguales y perder lo que nos hace distintos. Es una reivindicacion de la diferencia. Aunque a veces no la comprendamos. Egon es una banda diferente, por muchas razones, y sería imposible que intentaramos amoldarnos a lo que se espera de una banda, digamos, de rock independiente que canta en castellano. Hemos aprendido a reivindicar nuestras limitaciones y disfrutar de nuestras virtudes. Y ser seis en la banda solo ayuda en ese sentido. Somos una banda que funciona de manera muy democrática, lo que siempre es una mala idea para los estándares de la industria musical.

Fotografía: John Coogan.

Mucho síndrome Proscuto en la sociedad en general pero ¿en la música?

Para nosotros la música es el mundo. Es la vida. Son las personas. Por lo tanto, está necesariamente afectada por ese síndrome. Toda música es reflejo de la sociedad en la que nace. Sea como exaltación o como crítica. Si quieres una sociedad distinta intentarás hacer música distinta, que sea genuinamente tuya y no amoldada al lecho de Procusto de nadie.

Lo que está claro al escuchar tanto “Bellaurora” como vuestros discos anteriores es que disfrutáis los que hacéis.

Pues muchas gracias. Nos hace mucha ilusión que lo percibáis así. Disfrutamos como niños (me acabo de acordar que una de nuestras primeras maquetas se llamaba Parecemos niños, así que supongo que es algo que siempre hemos perseguido). Queremos creer que eso se nota, tanto en disco como en directo. Y nos gusta pensar que es algo que la gente valora y que lo considera un gesto de honestidad. Desde luego, intenta serlo.

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