Texto: Joseba Aizpurua.
Espectacular la vuelta de los sevillanos Reincidentes a las fiestas de Romo. Después de veinte años, (sí, sí, veinte años atrás) que tocaron en la Plaza de las Escuela. Y la verdad que es un placer haber disfrutado de esas dos ocasiones. Sus ganas de agradar, su entrega, sus dos horas ininterrumpidas (solo con tres o cuatro paradas entre canción y canción) se hacen de agradecer.
Se definen a sí mismos, como obreros del rock’n’roll y dicha definición se ajusta perfectamente a lo vivido en el concierto. Concierto currado a un ritmo que sólo ellos pueden mantener, dando estopa a sus 18 discos y 30 años de carrera, donde se mezclan viejos himnos con canciones nuevas, rebeldía con ternura, denuncia con ganas de juerga. Toda su actuación podría ser un mini repaso a la historia de éste, su tan criticado, país. ‘La Repúblicana’ pasando por ‘Vicio’ y acabando por ‘Ay Dolores’ son parte del legado histórico del rock’n’roll patrio.
Esa canción, ‘Ay Dolores’, hace que se te pongan, hoy por hoy, los pelos como escarpias al escucharla. Compuesta allá por el lejano 2001, cuando en este puñetero país ni se contabilizaban las muertes por terrorismo machista (se hizo a partir del 2003), un grupo andaluz saca a la luz en un tema dicha lacra.
Pero no pasa nada, su siguiente canción puede ser ‘Himno al bar’, y la denuncia se vuelve juerga y las ganas de llorar ganas de dar botes. Todo el bolo da esa sensación, son capaces de llevarte de un extremo a otro, sin que el viaje se nos haga largo.
De entre sus nuevas canciones cabe destacar ‘Que nos quiten lo bailao’, pieza resumen de toda una vida dedicada a su negocio, pero con cierto puntito tierno. Deben ser los años lo que nos vuelve más tiernos (¡a ellos y a un servidor!).
Grata sorpresa fue el grupo telonero, Urban. Desconocidos para mí en lo musical, su rock’n’roll es sencillo, entiéndase por sencillo algo sin florituras, contundente y pegadizo. Canciones divertidas que invitan a mover los pies sin ser ello un esfuerzo. A destacar dos cosas: la canción ‘Quiero verte bailar’, amena y divertida donde las haya, y sus guitarras, punteos mágicos sobre sus melodías, y duelos entre los dos músicos, uno con guitarra eléctrica y el otro con la electro-acústica. Sí, ya lo sé, soy en ese sentido algo viejuno, pero me gusta ver en los escenarios algo que tenga una caja de resonancia. Su sonido limpio, sin previos, sin pedales, sin distorsión, me pone. Así que ya sabes Jonathan, abandona la Telecaster (déjamela a mi) y haz todo el concierto con la acústica.
gracias por la mención ; me ha gustado mucho , un saludo