Toni Metralla y Los Antibalas han vuelto. “Día despejado en ciudad rencor” es el nuevo trabajo de esta súper banda formada por leyendas del punk y el rock de Bizkaia que han pasado por grupos como La Secta, Collajets, Safety Pins, MCD, Parabellum, Macarrada…y podríamos seguir. En este nuevo disco, la banda no decepciona: punk, rock sin medias tintas… “rápido y sucio” que dirían los Obligaciones. En la grabación han contado con Oskar Sánchez a los mandos, quien ha sabido sacar todo lo que el grupo lleva dentro. “Día despejado…” supone además la primera referencia de la discográfica Bad Death records, formada por la gente de Malamuerte que, a buen seguro, seguirán dándonos buenas noticias. Para hablar de todo esto hemos estado charlando con Lino, guitarrista de la banda y con el productor Oskar Sánchez. Un auténtico placer.
Fotos: Lucía de Andrés
En primer lugar y hablando de “Día despejado en ciudad rencor”. ¿Qué diferencias encontramos respecto a vuestro anterior disco homónimo?
Lino: El primero fue un poco a saco. Cogimos la banda con muchas ganas y en cuatro meses teníamos un montón de temas. La gente venía a los conciertos y nos decían: “graba esto, graba lo otro…” y cuando nos pusimos en la tesitura de hacerlo no quisimos dejar fuera ninguna, así que metimos todo. Así salió un disco con 18 temas, aunque 14 eran versiones adaptadas. Este disco, originariamente, nos lo planteamos como un maxi en vinilo. Pero cuando nos pusimos a ello hicimos cuatro temas nuevos, y dijimos “¿Por qué no meter alguna versioncilla más que a la gente le mola?”
Oskar: El rollo es que hicimos cuatro temas y vimos que aquello sonaba muy bien y al final hicimos un disco entero.
Y para ello también aprovechasteis los cuatro temas originales del primer disco…
L: Eso es, lo que hemos hecho ha sido coger esas cuatro canciones y las hemos vuelto a grabar. Estos temas se han tratado de otra manera, sobre todo, por el cambio de batería, ya que hemos cambiado a Vitxo por Riki. Los dos son muy buenos pero cada uno en su estilo y esa es la mayor diferencia… yo me lo paso de puta madre con los dos pero no tienen nada que ver porque Vitxo es todo tensión y Riki es un reloj, va super clavado
O: Riki tiene más groove y Vitxo tiene más pegada. El rollo era cambiar ese estilo más duro que tenía Vitxo y darle a las canciones un nuevo aire más swing con Riki. También es muy importante tener a Vitxo en la recámara para los bolos cuando no puede estar Riki. De hecho, no se ha alejado del grupo y ha estado presente en el disco metiendo coros.
En este disco encontramos varias versiones al igual que en vuestro anterior trabajo, ¿En qué os basáis para versionar esos temas en concreto y no otros?
L: Mira, el grupo lo hicimos después de estar yo medio año detrás de Tonino para volver a hacer algo tras el final de Macarrada pero él no lo tenía muy claro. Al final cedió y la única condición que nos pusimos era pasarlo bien y no hacer nada que no quisiéramos hacer. En este sentido, la premisa es que, si alguien llega con una versión y a alguno no le gusta, automáticamente se desecha, así que las que se han quedado es porque toda la banda estábamos de acuerdo y porque a todos nos gustan
O: Fíjate como es la cosa que hemos dejado de tocar en sitios o conciertos porque no nos gustaban las canciones que nos obligaban a tocar.
L: Sí, eso es algo nuestro. Cada uno tenemos nuestras vidas y esto tiene que ser una válvula de escape para pasarlo bien. De hecho, los dos bolos más guapos que teníamos este año no los hemos hecho porque no podíamos juntarnos pero bueno…esa es nuestra decisión.
En el aspecto técnico, ¿qué diferencias hay entre los dos discos?
O: Lo que intentamos siempre es que la producción sea transparente. Si al final quieres que el disco suene a lo que realmente suena el grupo no puedes colorear ni utilizar falsos artificios. En ese aspecto este disco suena todavía más crudo que el anterior aunque, evidentemente, tiene una producción detrás.
L: Cuando íbamos a grabar el primer disco estuvimos pensando mucho dónde hacerlo y Oskar insistió y al final nos decidimos por él porque era de nuestra quinta, sabe lo que queremos y le gusta lo mismo que a nosotros.
O: Primero vinieron a probar porque no se fiaban y el “zasca” fue monumental. No les hizo falta ni mezclar ni masterizar porque las cosas sonaban a lo que estaban tocando. Con el primero estuvimos mucho tiempo, hicimos varias mezclas y con este ya sabíamos lo que queríamos.
L: En cuanto al sonido yo tuve la mala suerte de pillar toda la explosión del heavy vasco y se ha quedado un remanente de aquello. A mí me gustaba el sonido crudo tipo Buzzcocks en que la batería sonaba a batería y, de repente, era imposible grabar así porque todo el mundo ponía unas cajas y unos bombos de la hostia… pues guay pero a mí me gusta más lo otro y Oskar sabe hacerlo. Además es un tío que aprende y que escucha. Hay muchos estudios en los que entras y sabes como va a sonar porque todo lo que se hace allí es igual.
O: Mis discos suenan todos diferente y, básicamente, suenan a lo que suena el grupo. Por supuesto que hay una producción pero eso no se tiene que notar en la grabación porque yo no soy el grupo. Yo lo que tengo que hacer es plasmar lo que ellos me piden y cuanto más fidedigno salga, mejor. En el sonido en directo me centro en lo mismo: en que los instrumentos suenen a lo que tienen que sonar. Tú puedes hacer lo que te dé la gana pero que sea transparente. En este disco hay sintetizadores pero no los oyes, puedes sentirlo en un momento dado pero nada más. La tecnología está para utilizarla pero también hay que saber utilizar la tecnología viejuna, utilizar la tecnología moderna como si fuera viejuna… el rollo no está en el blanco ni en el negro.
En cuanto a las letras de las canciones tenemos “Güisqui, polvo y flema” que habla un poco de recuperar el valor de lo auténtico o “Antibalas” donde, al igual que en “¿Quién salvará el rock and roll?” del anterior disco, habláis de los veteranos del rock que parece que sois los que tenéis que encargaros del rescate de la música. ¿Tan jodido está el tema con la gente joven?
L: Pues es un poco desgracia, pero sí. Yo me acuerdo de la primera vez que dejamos Parabellum que fue un bajón porque ya estaba empezando a cambiar el tema. Pero, como se supone que todo es cíclico, cuando nos volvimos a juntar veíamos chavales en primera fila y nos quedábamos acojonados… Pues ahora ya volvemos a estar en el otro punto, vas a los bolos y sólo hay puretas. Los jóvenes están pillados con el rap…y menos mal, porque los que no están con el rap están con el reggaeton.
¿A qué crees que se debe esto?
L: Yo pienso que nosotros, cuando éramos chavales, todos teníamos una guitarra, todos intentábamos tocar… y ahora se pillan unos platitos, un ordenador y van a lo fácil. Pero bueno, al final los que valen valen y, aunque empiecen haciendo rap, acaban haciendo cosas y tocando con gente, pero está jodido el tema.
¿Igual era más fácil tocar en vuestra época?
O: ¡Que va! Antes conseguir un instrumento era una odisea y ahora te metes en Internet y te encuentras una guitarra de puta madre por 300 pavos.
L: Yo empecé a tocar el bajo porque quería estar en el grupo y nadie lo tocaba, y eran carísimos. La madre de Lera le compró un ampli Novanex pequeñito y tenía dos agujeros para enchufar y ahí conectábamos su guitarra y mi bajo, él me dejaba la chunga y sonaba bajito, pero sonaba (risas).
Tú, por ejemplo, ¿cuántos años llevas tocando?
L: Pues… todos
¿Y crees que un chaval que empieza ahora va a estar tocando dentro de 30 años?
L: No, porque tienen todo programado. Empiezan con 13 años, con 16 llegan las distracciones, las chicas…y, si vuelven, igual hay esperanza pero luego, a los 25-30, hay otro parón cuando se estabilizan, curro, hijos… y ahí se acabó. De hecho, lo que veo yo ahora es mucha gente de mi época que vuelve porque ya tienen los hijos criados, veo nombres de grupos que se oían en el 87.
¿Hay algún grupo potente que os guste ahora?
L: Sí, claro. Están los Turbofuckers, los Rat-Zinger que parece que, por fin, están empezando a pegar a nivel estatal, Radiocrimen,…
O: Las Sexpeares han hecho ahora un disco con Iker Piedrafita que suena muy bien.
Otra cosa que había antes y que no hay ahora era la posibilidad de hacer “mini giras” aunque fuera por gaztetxes. En ese sentido ¿es más complicado para los grupos tocar ahora?
L: Lo que había antes es que hacías un bolo donde fuera y la gente iba porque había ganas de música. En todo eso siempre había grupos “estrella” que lo tenían más fácil, pero por el medio había como una especie de circuito de grupos de segunda división donde nos movíamos y podíamos subsistir y nos daba para pagar los instrumentos y tal… Todo eso ha desaparecido: ahora o lo petas o no tienes a nadie. Ya no hay cachés de 2.000 euros, o cobras 300 o cobras 6.000…es una cosa absurda.
O: Eso es. Ahora no hay término medio, sólo hay Primera división o regional, o juegas con el Athletic en San Mamés ante 50.000 personas o juegas en Las Llanas con el Sestao.
¿Y qué salidas hay para esos grupos que están en “regional”?
O: Pues es muy complicado para un grupo nuevo salir. Los chavales que empiezan con su demo y tal ¿dónde pueden presentarla fuera de su pueblo? ¿Van a un bar? ¿Para qué si no te van a pagar ni el transporte?, ¿en fiestas de pueblos? Pues también es jodido entrar en ese circuito de fiestas. Luego están las redes sociales que sí que te dan visibilidad, pero una visibilidad relativa porque ahí eres tan solo un pececito en un océano en el que hay ballenas, plataformas petrolíferas…
¿Y los festivales, que están tan de moda?
L: Con esto tenemos el problema de que ves el cartel de un festi y ya los has visto todos. El festi mola para ver una banda que no puedes ver normalmente, pero no merece la pena porque la peña no prueba, el sonido es malo y la gente va a los festis a pasárselo bien y a ver si folla. La mitad del cartel son grupos impuestos por los promotores y que no les conoce ni Dios. Hay mucho mamoneo entre promotores y organizadores
O: Luego hay festis como el Motorbeach que funcionan y molan porque no hacen eso.
¿Y vosotros cómo lleváis el tema de los conciertos?
L: Nosotros bien porque, con sacar para pagar el local y el disco, nos vale, así que no tenemos preocupaciones. Después de verano lo que haremos será llamar a los colegas que sabemos que montan bolos por Madrid, Barcelona…y pegar un toque a los promotores de por aquí y, si salen cosas, guay y si no, pues no pasa nada. En los últimos bolos nos han pagado más de lo que nos dijeron porque lo bueno que tenemos es que en los conciertos de los grupos veteranos la gente bebe y los garitos hacen buena caja.
Ahora llega la Aste Nagusia y vosotros vais a estar tocando en el Satélite T. Menos mal que existen este tipo de iniciativas para salvar el nivel musical de estas fiestas ¿no?
L: Pues sí. Mira lo que ha pasado en fiestas de Barakaldo, la gente está flipando porque ha habido más de 50 conciertos en cinco bares, con nivel y con gente. Los bolos oficiales son lo que venden las promotoras y muchas veces no sabes si estás en Barakaldo o en Burgos. Pues en Bilbao pasa lo mismo, pero se diferencian de Burgos en que toca Gatibu, Ken 7 o Doctor Deseo porque tienen que cumplir con el cupo.