Guadalupe Plata, la banda de Úbeda, vuelve a ser un dúo y eso lo demuestra con el nuevo trabajo, el séptimo publicado y otra vez sin título, presentado ayer en el Kafe Antzoki, dentro de la programación especial de la Aste Nagusia 2023. Pedro de Dios (guitarra y voz) y Carlos Jimena (batería) regresaron a Bilbao sin Paco Luis Martos que, hasta no hace mucho, se encargaba del barreño y la guitarra.
Durante algo más de una hora el ahora dúo demostró que en esencia su propuesta no ha cambiado nada. Tampoco su forma de entender la música. Quizás estemos delante de una banda que pone música a ese concepto tan de moda de España vaciada. Una banda sonora compuesta del rock and roll y el blues más oscuro y, si me lo permiten, más tribal. Pero es que hay más. Envuelto en un toque psicodélico se atreven con un folklore popular que adaptan a un estilo inconfundible y, por qué no, underground.
Ayer nos trasladaron a paisajes desérticos y pantanosos a través de largos desarrollos instrumentales. En los mismos hubo guiños a estilos con el jazz o la cumbia. Sirva de ejemplo la adaptación de «El condor pasa» tocada a menor velocidad y que contrasta con la vertiginosidad del resto de temas. También nos gustaron con «La cigüeña«, otra adaptación del folklore popular presente en su último disco. De este nuevo álbum sonaron también una frenética «En mi tumba» y una oscura «Al infierno que vayas«.
De anteriores trabajos sonaron «Milana«, «Calle 24» o «Serpientes negras«. También himnos polvorientos y malolientes como «Huele a rata» o «Hoy como perro«. «Como una serpiente» nos sonó a rockabilly crudo y «Cementerio» a ese blues denso que te lleva al imaginario de la banda.
Guadalupe Plata demostró ayer estar en constante evolución. Son ellos mismos aunque eso les límite los seguidores. Pero hacen lo que quieren y su público, que no es poco, lo disfruta. Ayer lo comprobamos en plena Aste Nagusia.
La noche la habían abierto Kinki Boys, el trío formado por Marga Alday, Jordi Vilà y Mikel García. Una banda que ya hemos disfrutado en otras ocasiones y que cada día nos convence más con un directo tan rápido como intenso. Ayer fueron unos 40 minutos, más o menos, en el que metieron diecinueve temazos repletos de ese punk rock, post punk oscuro y esas cápsulas de energía que tanto nos recuerdan al punk de los años 70.
Cada día alucinamos más con el ritmo de Jordi a la batería, la seguridad que concierto tras concierto muestra Marga tanto al bajo como a la voz y lo bien que le ha venido al grupo la incorporación de Mikel y esas guitarras post punk. Ayer por momentos nos recordaron a Parálisis Permanente, entre otros.
Nos encantaron con la turbadora, oscura e inquietante «Mi hermana gemela». Con letras como «Redada en ciudad sumisión» nos acercan a los barrios menos afortunados de cualquier ciudad y con la nueva «En el país de las maravillas» nos dejan claro que no paran de componer. Ayer también escuchamos la historia mísera y fúnebre de «Voy a morir» (ayer de calor) y «Angustia», un medio tiempo potente con reminiscencias de los ochenta más dark.
Letras estremecedoras como «Vete» o «Dímelo tú» (creo que era esta), «Respira» y la acelerada «Armas de destrucción» inundaron ayer el Kafe Antzokia de unos ritmos underground que nos recuerdan que todavía hay mucho que disfrutar alrededor del rock.