Marea pone fin a su gira sin riendas en un BEC lleno hasta la bandera

Marea pone fin a su gira sin riendas en un BEC lleno hasta la bandera

La última parada de esta gira de presentación de «Los potros del tiempo» culminó por todo lo alto en una demostración de fuerza y puro rock a cargo de la última gran banda de rock heredera de la esencia de los Leño, Barricada, Los Suaves o Extremoduro.

Y como decía Kutxi, «no buscamos dictar catequesis» pero no le falta razón alguna a la hora de poner en valor la supervivencia del sonido rock auténtico que hoy en día tristemente parece estar desapareciendo y quedando en el olvido. 

Con entradas agotadas desde hace meses, fué la banda Bocanada liderada por Martín Romero, la que calentó el ambiente con su explosividad de energía. No cabe duda que los genes «Romero» son palpables no solamente en el aspecto vocal y lírico, sino también en la fuerza y la actitud de la que podríamos denominar futura heredera de los Marea, esperemos que dentro de muchos muchos años.

Una hora de explosión de rock con un pabellón aún a medio llenar, con muchos espectadores que empapaban el gaznate en las inmediaciones del BEC aprovechando el día sin lluvia a la espera del plato fuerte de la noche.

Poco después de las 22:00 horas se presentaban en el escenario los cinco navarros de Berriozar abriendo con «Otra cicatriz», la cual es también la canción de presentación de su último disco «Los potros del viento». Algo ya habitual en Marea el hecho de dar comienzo a los conciertos con el primer tema de su más reciente trabajo. Sin duda un gran acierto una vez más.

«Más me duele a mi» y «La grillera» fueron las elegidas a continuación para cerrar ese primer set de nuevas canciones. Auténtico sonido 100% Marea en un disco ya comentado previamente, que considero uno de sus mejores discos en estos ya 25 años de trayectoria. Es por ello que en este directo cuenta hasta 8 canciones de éste álbum, que se integran a la perfección con las viejas glorias ya conocidas por todos. Mención especial a la sublime «Nuestra fosa», una de las joyas del disco, interpretada esta vez en el escenario junto al teclista que les ha acompañado desde las primeras grabaciones.

No deja de sorprender cómo Marea consigue llenar un recinto con 16.000 almas en plena época del «trap» y «reguetón» y otros ritmos urbanos. Quizás sea precisamente el término «urbano» el que haya servido para mantener viva la llama de ese rock que llevan impregnadas sus canciones, que hacen que perduren eternamente.

Por eso no nos extraña escuchar tantos años después grandes clásicos como «Manuela canta saetas», «Como el viento de poniente» o más aún «Barniz» o «Trasegando» sonando igual que en sus orígenes pero en vez de aclamadas por una panda de quinceañeros «punkys», coreadas por varias generaciones de seguidores más cerca de los 50 que de los 20.

Algo de esto le podrían preguntar a Aaron, hijo de Kutxi, al sentirse emocionado de compartir escenario con su padre para cantar juntos «Corazón de mimbre» sin poder contener las lágrimas en uno de los momentos más especiales de la noche. Otro acierto del mayor de los Romero; haber sabido dejar bien encauzado el camino para las siguientes generaciones.

Un Kutxi que tras años sin verle en directo, debo anotar haberlo encontrado sorprendentemente más maduro en todos los sentidos. Y es que no olvidemos, le pese a quien le pese, que hablar de Marea es hablar de uno de los grandes. De unos tipos que se han currado cada paso que han dado y que han sido de los pocos valientes que a base de esfuerzo han sabido profesionalizar un rock que para muchos estaba predestinado a quedar encerrado en el cajón del olvido, lejos de las modas musicales dictadas por decreto ley.

A pesar de ello, se nota que los años pasan, y que la voz de Kutxi no está (tampoco es que lo haya estado nunca sobradamente) preparada para aguantar a pleno rendimiento las dos horas y media de concierto que aguantó sobre el escenario. Quizás por ello, con un primer tercio de concierto con un notable alto en el aspecto vocal, apoyado en el descanso de «Trasegando» y «Alfileres» cedidas a su compadre «El Piñas», notamos un altibajo en la parte central del concierto en la que se dejó llevar para no forzar la voz y mantenerla a salvo para los últimos compases. Al menos la táctica le dió resultado.

Punto aparte la mención a la cátedra a las 6 cuerdas que el maestro Kolibrí Diaz, el verdadero jefe y dueño del «sonido Marea», expone durante las 2 horas y media del concierto. Espero no tener que escuchar de nuevo a aquellos que critican la presencia de solos de guitarra en las canciones de Marea, llegando incluso a apuntar que son «innecesarios» e intrascendentes. El dominio del instrumento que Kolibrí Díaz (Don  David ‘Kolibrí’ Díaz Urtasun; hablemos con propiedad) expone sobre el escenario es de una calidad técnica exqusita, situándole a la altura de los más grandes guitarristas del panorama estatal.

Hubo tiempo para el recuerdo al gran Boni de los Barricada, al versionar «El trompo» en su honor, con el gran Kolibrí Diaz a manos de la guitarra original de la fallecida leyenda del rock navarro.

También hubo hueco para las colaboraciones en esta gran fiesta. Carlos Escovedo de Söber puso su granito de arena en una acertada «La luna me sabe a poco», Martín salió como una bala rebotando por todo el escenario descargando energía en «Como los trileros», y el madrileño «Luter» puso su voz cómo no en «Jindama».

Tras ello, el broche final del concierto llegó con «El perro verde» (diría que una de las más aclamadas de la noche junto a «En tu agujero») con Kutxi bajando al público para ceder el micrófono a las primeras filas para cantar junto a él, y el regalo de final que nos brindaron con la homónima «Marea» para echar el telón, con un emocionado (y emocionante) Ibai Ganuza, miembro de  Motxila 21, asociación de síndrome de down navarra con la que Kutxi, El Piñas y otros como El Drogas llevan colaborando y visibilizando desde hace años. Quién diría años atrás que Marea conseguiría sacarnos una lagrimilla en directo…

Esperemos que esa emoción no sea fruto de que este hasta luego se pueda convertir en un hasta siempre, ya que visto lo visto el pasado Sábado, hay cuerda para rato y Marea para muchos años, si ellos quieren.

Y es que muchos de nosotros con los tiempos que corren, tomamos cada concierto final de gira como una posible despedida. Un «No sabemos si nos volveremos a ver» siempre deja un punto y aparte esperando ansioso al siguiente párrafo. 

«Yo no tengo casa, yo vivo en una azotea, que le den por culo al viento y que nos lleve la marea»….

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