Cual Erasmo de Rotterdam en versión chulesca y afablemente canalla, Abraham Boba irrumpe en un abarrotado Kafe Antzokia de Bilbao para contar las arenas del mar. No puede hacerlo mejor acompañado: Luis Rodríguez (guitarra), César Verdú (batería) y Eduardo Baos (bajo/sintetizador). Los cuatro se funden en el alter ego León Benavente, un Superhombre que nace de las carreteras castellanoleonesas donde el coche decide dejarte tirado un día, así, sin avisar.
Con lúcida socarronería, arrancan con el contundente hit ‘Tipo D’. El público no tarda en entrar al trapo -¡Han empezado con el hit!, junto con ‘Gloria’, temazos incontestables de su segundo álbum, de sencillo y oportuno título 2-. Así que todos queremos ser ahora Norma Jean, o alemanes, o la MTV, o del Opus Dei. Ah, y que nos acojan los Bardem. Bendita psicodelia y bendita ironía, tiene hasta tétrica gracia que cante aquello de “Quiero convencerte de que lo que está pasando es normal”, precisamente el día en que Donald Trump pasa a dominar oficialmente el planeta y a César Strawberry le condenan a un año de prisión por unos tuits.
Volvamos a la magia del momento: León Benavente descarga sin tregua un torrente de energía eléctrica y demoledora con ‘California’ y ‘La Ribera’. Boba lleva la batuta y dirige una orquesta que corea, con rabia y plácido entusiasmo a partes iguales, sus ácidas letras.
Un feroz e inquietante interludio da paso a ‘Las Hienas’, de su anterior y homónimo álbum. La melodía galopante que da inicio a la magistral ‘El Rey Ricardo’ suena mucho más cañera en directo. Maraca loca, piano ardiente, que dirían los de Columpio Asesino. Cuerdas y percusión brutales. “Voy a desnudarte sin quitarte los tacones…”. La jauría fuera de palacio corea con convicción: “¡Abajo el Rey Ricaaa-ar-doo!”. ‘Ánimo, Valiente’ sosiega un poco –muy poco- a las fieras, mientras que ‘La vida errando’, convence con una voz de mal disimulada inocencia y una base rítmica progresiva que nos precipita al abismo (tampoco nos molestamos en oponer resistencia). “Llevo todo un mes procrastinando y más de media vida errando…”.
Temas como éste encajan a la perfección con aquello que Nacho Vegas ha acuñado muy acertadamente como “pop road”, puesto que adentrarse en la música de León Benavente “supone un viaje físico y emocional, por carreteras y caminos secundarios, lugares y estados mentales de confusión, rabia, desconcierto e incertidumbre” (sic). Touché.
Demencial introducción de ‘Revolución’, con Boba aporreando el farsifa; entre versos afilados suelta al público un “¡Venga!”, que servidora traduce como “¡Joder, despertad!”. A riesgo de incurrir en delito penal, diré que si ahora no es momento de sacar las navajas de Albacete, no lo será nunca. Moriremos asfixiados en el edredoning. Y en diferido, para nuestra burda desgracia. ‘Todos Contra Todos’ (del sublime EP homónimo, 2013) nos adentra en un desierto demasiado cercano y espinoso. “¡Todos! Con-tra-to-dos”, en un loop hipnótico.
Un breve inciso para dar las gracias y alabar al ‘Botxo’, y un espontáneo aprovecha para invitar al grupo a que se venga a vivir a Bilbao. “Nunca había visto esta sala tan llena… En una noche tan fría… Es muy emocionante”, agradece el cantante. El cartel lleva varios días con la buena noticia de “entradas agotadas”.
Punto de inflexión con la exquisita y dolorosa balada ‘Estado provisional’, para dar paso a una épica ‘Gloria’ (el mero y mítico título ya apuntaba maneras…). Mención especial al bailecito nervioso y vital de Boba.
Es momento de coger fuerzas “porque todo va a estallar”, pero antes el Superhombre se desintegra y se desata sin ambages en ‘La Palabra’. El micro del cantante se balancea en el abismo. El público no quiere clímax. Ni pan. Ni circo. Mi colega de conciertos y hazañas arruga el morro ante “el rap” de ‘Habitación 615’, y yo le digo: “Confía”. Que ellos tienen clase hasta para rapear. Y así es.
Tras casi hora y media de concierto es imposible calmarse, ¡por fin estamos preparados para la revolución! Dejan para los bises la taciturna ‘Década’, la esperanzadora ‘Aún no ha salido el sol’ y, por supuesto, ‘Ser Brigada’, al que se une a la guitarra Álvaro Segovia, cuya previa actuación con su grupo Cavaliere ya pronosticaba tormenta de verano en forma de potente rock analgésico. “¡Tengo el país que me merezco!”, espeta el líder de la revolución, y reina el caos en la sala. Afortunadamente.
Hacía falta, y mucha, que alguien le cantara al desaliento actual. A las casas vacías de Seseña, a la muerte de Europa y a la desfachatez de las tarjetas black, todo ello sin abandonar el romanticismo, señoras y señores. Porque Abraham Boba es un romántico (de los buenos), y cuenta además, me comentan por el pinganillo, con la bendición del zahorí Carlos Ann.
Por supuesto, León Benavente no son sólo un puñado de letras corrosivas y necesarias, ya que sus melodías y atmósferas calan tan hondo como su mensaje.
En resumen, este Superhombre -digo, Supergrupo- es la banda sonora original de este ‘estado provisional’ de desidia y desconcierto. Quiero que me acojan los Benavente. ¡INDIE–DEL–BUENO!
Fotos del concierto de Cavliere + León Benavente (Amaia Santana):
Grande amaia!
=)