Hubo quien el pasado fin de semana, al entrar de nuevo al Kafe Antzokia tras más de un año, besó su suelo (literal). El mítico local bilbaíno reabrió sus puertas a los conciertos en directo con dos fechas y cuatro grupos locales. El viernes fue el turno de Micky & The Buzz y The Reverendos. El sábado, el día que acudí a la cita, fueron Colajets y The Daltonics los encargados de amenizar la noche.
Poco a poco vamos volviendo a la realidad. El Antzoki abrió sus puertas, en breve el Azkena hará lo propio, La Nube comenzó la pasada semana, …. Se empiezan acumular los conciertos y eso nos encanta. El sábado acudí tras el concierto de Los Estanques (Sala BBK – Crónica) al Antzoki a disfrutar del bolo de Colajets y The Daltonics. La sensación de volver a entrar al recinto fue extraña pero a la vez un reencuentro muy deseado. No solo significó volver a entrar en el espacio físico sino que allí nos encontramos gente habitual en los bolos pero que hacía tiempo no coincidimos. Así que entre charla, saludos, saludos y más charla, me perdí a Colejets. Que me perdonen por favor.
Los segundos en escena fueron The Daltonics. Sin duda la mejor opción para cerrar una noche especial y dar por iniciada la vuelta a la normalidad. Con el maestro de ceremonias y frontman Alex Ron empezó el ritual de rock irreverente en el que Dani, Natxo, Egoitz y Pablo descargaron un set list leno de rock y letras irónicas.
Cayeron todos sus clásicos, himnos más bien en boca de las ordas daltónicas de fieles que les siguen. «Viudas de Epalza», «Vienen tus cuñaos», «Vintage», «AP 8», «Estricnina»,…fueron haciendo bailar al personal que se entregó en cuerpo y alma a la ceremonia. No faltaron temas nuevos que se incluirán en el nuevo disco que preparan junto a Martin Capsula. Entre estos, «Mójate la tripa«, hit refrescante y veraniego que ya hubiese querido componer el mismo George Dann.
Hubo diversión, emoción y mucha devoción al rock & roll. Incluso los platos (no sé si los rides, los crash o los hit-hat o cómo se denominen) de Dani no pudieron aguantar el ímpetu del batería al subirse al taburete a saludar. Sin duda, lo disfrutamos de lo lindo y es que hacía falta volver a noches así. ¡¡The show must go on!!