Forografía de portada: Taylor Hill.
Te puede gustar o no pero quienes no reconocen que lo de Rosalía, en directo, es un auténtico espectáculo es que no quieren ver la realidad. A la catalana, que visitó ayer el BEC! de Barakaldo para presentar su último trabajo «Motomami», le ocurre lo mismo que le sucedió a C. Tangana. Nos referimos a las críticas negativas. A esas que vienen por parte de un sector que no acepta que esas propuestas se incluyan en la definición de lo que es un concierto o, si me apuran, de lo que se entiende por música. Tangana, con su trabajo «El Madrileño» y con la presentación en vivo del mismo, ha callado muchas bocas. Quienes le vieron en el BEC! salieron, en su mayoría, gratamente sorprendidos. Ayer con Rosalía ocurrió tres cuartos de lo mismo.
Rosalía tiene un público muy joven, fiel y, por lo que pudimos ver ayer, en su mayoría femenino. Era el que predominaba entre las 15.000 almas que se dieron cita en Bizkaia Arena para disfrutar del directo de la artista internacional. Menores en compañía de su madres, padres e incluso, como vimos, por el abuelo. Y mucho adolescente móvil en mano que no dejaron de grabar las evoluciones de Rosalía y sus ocho bailarines sobre el escenario. Si en un concierto de los que habitualmente disfrutamos se dejan ver, cada vez más, los móviles en el de ayer resultaba hasta lógico.
Quizás por eso fue un concierto en el que la imagen se tornaba imprescindible. Las grandes pantallas no servían solamente de apoyo sino que tomaban parte activa del espectáculo. Lo mismo ocurría con la cámara que estaba delante del escenario, el camará que salía en ocasiones y la cámara que tuvo en sus manos durante algún tema la propia Rosalía. Si a todo esto le añadimos la duración de las canciones (son cortas) podemos decir que era un formato muy Tik Tok. Un gran escenario blanco inmaculado que la artista se encargó de llenar. El sonido pregrabado se acompañó en varios temas de guitarra y piano que tocó Rosalía. La cosa no quedó ahí. Igual hubo quien no se dio cuenta pero en la parte izquierda del escenario, un tanto oculto, había un músico al piano en varios temas, al sintetizador e incluso al Hammond. Vamos que instrumentos haberlos hubo.
Como intro sonó «Matsuri – Shake», un tema del artista Ni Hao. Fueron alrededor de 90 minutos de un sonido bueno en el que destacaban los graves. Este solamente se vio perjudicado por un griterío que, en ocasiones, no nos dejaba oír a la propia Rosalía. Sonaron una treintena de temas que incluyeron «Motomami» al completo. Nos sorprendió la escasa relevancia que tuvo «El mal querer» del que solamente sonaron tres temas; el muy coreado «Malamente», «Pienso en tu mirá» y una parte de «Aquí no sales» que mezcló con «Bulerías». No faltaron tampoco covers y temas que la de Sant Esteve de Sesrovires ha interpretado con otras estrellas internacionales. Así pudimos escuchar «Bliding lights» (The Weekknd), «La noche de anoche» (Bad Bunny) en la que Rosalía baja al público y pone el micrófono para que un chaval la cante, «Linda» (Tokischa), «Perdóname» (La Factoría), «Relación» (Sech) y «TKN» (Travis Scott).
Como decimos, del último disco, sonaron todas. Destacaron, por ejemplo, la muy coreada «Saoko», «Candy» (en la que el baile estuvo por encima de la voz), el ritmo de bachata de «La fama», «Motomami» y «Abcdefg» con las que interactuó mucho con el público. Dedicó a su sobrino, de cual estuvo lejos durante la pandemia, «G3N15» y tocó el piano en «Hentai» con un fondo que recordaba al de Windows XP. Junto a estas sonaron diversos singles y canciones todavía sin publicar. Nos gustaron los descartes de «Motomami» como «Aislamiento» y «Dinero y libertad». «Despechá», canción que interpreta junto a Ben G hizo las delicias del respetable al igual que con «Millonaria», una rumba que en su día empezó a escribir en el aeropuerto de Sevilla y terminó al llegar a Barcelona. Brilló con «Dolerme», single de 2020 en el que recuerda a las Grecas y «Con altura» el tema que canta junto al colombiano J.Balvin. Si me tengo que quedar con alguna es con «De plata». Un tema compuesto de re-versiones del trabajo de diversos autores: “Cuando Yo Me Muera” de Manolo Caracol y “El Querer Que Yo Te Tengo” de Manolo Frenegal. Un tema que podrían hacer suyo, en parte, los mismísimos Derby Motoreta´s Burrito Kachimba.
Para los bises dejó tres canciones. «En Nueva York patinando pa’ lo’ Heights …» reza una frase de «Chiken Teriyaki» y así, en patinete, apareció Rosalía junto a sus bailarines. «Sakura» sonó muy bien y, en la misma, presentó al pianista que la acompañó en varios temas. Desfiante caminaba la artista hacia delante del escenario cuando empezaba «Cuuuute» y en la que acababa con la cara pegada a la cámara que estuvo presente toda la noche. Se despidió con una potentísima «I was there».
Un concierto trepidante en el que no hay lugar para el despiste. A toda velocidad y pero dejando huecos para no parecer una simple máquina. Rápido y tecnológico pero, sobre todo espectacular. Guste o no.