Gari terminó el ya casi olvidado 2016 regalándonos uno de los mejores discos del año. Un trabajo en el que nos encontramos a un Gari más maduro, huyendo de artificios y centrándose en la esencia de la música. Arropado por la banda Maldanbera, formada por experimentados músicos de la escena vasca, el veterano músico bilbaíno ha conseguido con “Estutu” un disco que, tras más de tres décadas al pie del cañón, sin duda, marcará un antes y un después en su carrera.
“Estutu” es tu primer trabajo desde hace tres años. ¿Desde cuándo llevas pensando este disco?
El anterior no tuvo mucha influencia en los medios, quizás por sus características y este, en cambio, ha tenido un recibimiento totalmente distinto. “Amaiera” supuso como llegar a cota cero, llevábamos ya ocho o nueve años trabajando en formato dúo y, sobre todo, experimentando. Por eso veía la necesidad de poder defenderme cada vez más desde lo básico y que necesitaba un proceso de maduración como instrumentista y como músico. Sobrevolaba la idea de dar un giro a mi trayectoria y hacer cosas distintas y reinventarme hacia un lugar donde estuviera más tranquilo y mas cómodo como músico.
¿En qué sentido más cómodo?
Ese formato de dúo nos ha exigido la hostia, muchos ensayos, probar muchas cosas, meter muchísimas horas a diario y una relación muy directa con tu instrumento para poder defenderte mejor. Aparte, en esa travesía, al estar rodeado de máquinas, tanto visuales como de sonidos, cada concierto era como una expedición al Himalaya. Después de eso tienes la sensación como de haber picado mucha piedra y de haber disfrutado poco con lo esencial, que es la música, porque todo el proceso hasta que sonaba la música en el concierto suponía horas de trabajo. Ahora, con la banda, todo ha cambiado y de ahí el nombre de “Maldanbera”, que simboliza que estoy en una época de mi vida en que ya voy cuesta abajo, en el sentido de que voy fácil, ligero de equipaje, ya no me tengo que preocupar…ya he sudado y ahora es el momento de disfrutar, la música ya nos ha exprimido y nos ha hecho sufrir en la búsqueda de cosas, ha sido como un proceso de maduración como persona y como músico, ahora tocaba recoger el fruto de ese sonido oscuro y sucio.
Supongo que también te habrá dado una tranquilidad contar con esa banda de músicos con tanta experiencia…
Hombre, la tranquilidad me la da que llego a este proyecto desde una posición vital más relajada, y también lo que ha tenido es que acabo “Amaiera” y ya empiezo a escribir canciones nuevas con la premisa de hacer un disco basado en canciones, es decir, melodía y letra. Se trataba de conseguir que fueran canciones fáciles y que llegaran a la gente sin dejar de ser yo.
¿Qué importancia ha tenido, en esa búsqueda la labor de Jon Aguirrezabalaga en la producción?
El trabajo con Jon ha sido fundamental. Yo ya había trabajado en muchas cosas con él en ese proceso de aprendizaje y le propuse que me echara una mano cuando ya tenía las canciones hechas. Él se ha encargado de vestir las canciones de una manera distinta, pero sin perder la esencia. Habíamos estado probando esos temas antes de que saliera el disco en formato dúo con teclas y guitarra con Iñigo Astiz, pero yo creo que Jon les ha dado como un enfoque más contemporáneo, esa era su labor principal como productor. Finalmente, todo eso lo hemos trasladado a la banda para que cada uno desde su espacio fuera capaz de acotar y el resultado es “Estutu”.
Entiendo, por todo lo que me estás contando, que es cierto, por tanto, lo que Íñigo Astiz dice en la hoja promocional de que nos encontramos ante el Gari más maduro…
Hombre, en las hojas de promoción se habla muchas veces de esa “nueva madurez” y esas cosas… Es cierto, pero creo que este salto se nota, de alguna manera, cuando llegan ciertos momentos vitales después de pasar unos años en una travesía en la que ves que tu trabajo no llega al público, o que notas que hay dificultades pero no localizas dónde está el problema. Son esos momentos en los cuales necesitas reinventarte y yo veo algo muy positivo en esta situación de emergencia que vivimos en la música porque, en mi caso por lo menos, me ha hecho reflexionar de una manera muy profunda y trabajar sin prisa, buscando un disco que sea llamativo tanto en la forma como en el fondo, un disco que sea importante para mí y que pueda llegar al oyente, a diferencia de mis últimos trabajos que no iban en encaminados a eso. También, de alguna manera, era una manera de reivindicarme y decir “señores, llevo muchos años en esto y todavía estoy aquí”, un aviso de que estaba vivo, pero para eso te tienes que sentir vivo… creo que este disco aúna todos estos sentimientos.
Pero supongo que no será sencillo encontrar esa tecla que haga que tu disco llegue al público sin perder parte de tu identidad…
Mira, todos tenemos nuestros referentes en la música y yo lo que hice fue partir de gente muy importante para mí y que, en los 90 o finales de los 80, también estuvieron en tierra de nadie y tuvieron que reinventarse como, por ejemplo, Lou Reed, que de repente hizo una trilogía sobre New York con un sonido básico, con sus tres acordes, él como guitarrista principal…esa era la idea. Mis canciones estaban ya terminadas cuando fui donde Jon, todas tenían la base con mi voz y una guitarra. Yo no sé si eso dota de más credibilidad, si eso tiene más energía o, como decís los periodistas , suena más fresco…me da igual, pero sí que es cierto que ha habido una energía distinta, que ya veíamos en el espectáculo con Iñigo Astiz y que estamos notando ahora en directo. Quizá es cierto que he perdido mucho tiempo dando muchas vueltas a aspectos que realmente son accesorios, al final lo que vale es los tres acordes, cantar y que este todo cerradito, con eso te das cuenta si llega a la gente o no. Hemos estado trabajando mucho tiempo en otra dirección pero es cierto que, si no hubiera hecho todo aquello, nunca habría llegado a esto. El valor que tiene “Estutu” a nivel personal es eso, después de ocho años habiendo renunciado a lo fácil, haber conseguido volver a la esencia: una melodía con un mensaje claro.
Hablando del mensaje, en “Estutu” nos encontramos, como ya es habitual, con unas letras potentes…
Yo creo que se han dado muchos elementos… ha sido el destino. Siempre le he dado mucha importancia a la letra, aunque es cierto que en este había un mensaje más directo. También es la primera vez que me he centrado más en escribir las canciones, y no sólo eso, una vez que estaba escribiendo las canciones, de repente, recibo un poemario de Jon Benito y veo que el destino me deja una miguita que era “Nintzena”…naizena eta nintzena. Un momento vital en tu vida en el que echas un vistazo hacia atrás viendo el recorrido que has hecho hasta ahora y pensando en el presente pero mirando hacia el futuro inmediato, una vez que pasas los 50, vas dejando los 50 muy detrás en esa cuesta abajo, “maldanbera”, el poema… todo empieza a coger sentido y todo empieza a encajar y te das cuenta de que todas las energías tanto literarias como musicales iban en una misma dirección…
¿…En la dirección de la nostalgia, tal vez?
Sí pero desde la perspectiva de no hacerle caso a esa misma nostalgia, sino de echar una mirada por el retrovisor para ver que fui aquello, que ahora soy esto otro y de aquí saco las energías, aquello no me las da, no soy aquel. Como artista te encuentras otra vez en la cuerda floja de sentirte vivo empezando un proceso distinto de nuevo. Cuando echo un vistazo atrás yo ya no veo los 80, eso me queda tan atrás… y además sería ridículo pensar en aquellos tiempos con nostalgia porque de aquellos años, uno prácticamente no recuerda nada. Desde aquellas épocas siempre he tratado de tomar distancia, porque sé de antemano que de allí no iba a recibir nada, que mi presente está en buscar otras direcciones en las que me sienta cómodo. Con este proyecto veo que el resultado de picar tanta piedra es llegar a este puerto en el que no me he alejado tanto de lo que soy, pero le he dado una vuelta y ahora me encuentro a gusto con lo que estoy haciendo.
«La dignidad del músico está en un punto crítico»
Y después de tantos años, ¿cómo ves el panorama actual?
Sobre todo veo que es evidente que la dignidad del músico está en un punto crítico. Y no te hablo del pequeño músico, incluso te diría que los grandes han visto mermada su dignidad de una manera importante estos últimos años. A partir de ahí, en Euskal Herria, que es lo que nos afecta, aunque la situación es similar a la del estado, el resultado sigue siendo muy precario. La cultura en general jamás se ha visto como una industria, ningún agente tiene interés y, si no creemos en la cultura, es complicado que salga adelante. Si creemos que con las fórmulas de toda la vida, subvencionar y promover, vamos a hacer algo, es muy complicado, porque todo ha cambiado mucho. Estamos en algo nuevo y hay que buscar otras formulas y la cultura, al ser algo intangible, no puede estar en manos más que de gente muy comprometida y no se le puede buscar una rentabilidad exclusivamente económica. La música es un bien de la cultura propia de un país pero, para que vaya hacia adelante, hay que dotarla de cierta estructura empresarial. Todas las instituciones tienen su departamento de cultura y tenemos mejores sitios que nunca para tocar pero, curiosamente, en peores condiciones que nunca. Resumiendo: ¿es factible desarrollar el oficio de músico en estas condiciones en un país tan peculiar como el nuestro? No, es imposible… pero tampoco a nivel estatal, porque la mayoría de estos grupos que vemos en los festivales no son capaces de girar por toda España y ser rentables, quizá pueden hacerlo durante un tiempo, pero tienen fecha de caducidad. Hoy en día, pensar en una carrera musical a largo plazo es casi un suicidio y la mayoría tira porque el que se mete en este fregado es porque le gusta. En esta situación somos muy proclives a limosnear y a que nos den por todas partes… date cuenta de que los que sacan rendimiento económico de todo esto casi nunca son los músicos, por eso la mayoría tenemos que compatibilizar la música con otras cosas…la música siempre ha estado mal, pero ahora al estar todo mal todavía es peor.
¿Crees que el problema es social o podría ser un tema político?
El problema es todo. Estamos en una sociedad, ahora mismo, en la que se valora el “gratis total”, en la que la música o el rock and roll ya no tiene el efecto rompedor que podía tener antes, ya no tiene ese efecto transgresor ni un grupo como Los chikos del maíz, por ponerte un ejemplo.
¿Es, por lo tanto, un evento como la Azoka de Durango, tan sólo un espejismo?
Hoy en día, funcionamos mucho ante el efecto llamada del gran evento, porque tiene detrás un apoyo mayor de las instituciones. Cuando la gente pone pasta en algo sólo se habla de cifras, y en Durango es así en los últimos años: sólo se habla de cifras que, los que estamos allí, sabemos que realmente son “microcifras” y estás entrando en el juego de la cultura que quieren los que están arriba, y a los que realmente no les interesa, porque ni a la derecha abertzale ni a la izquierda abertzale de este país les interesa la cultura, más que a nivel discursivo… Si interesara, lo básico sería poner una línea que debería seguir la cultura en este país para crear una industria y un tejido cultural importante. También sería fundamental tener en cuenta a quién ponemos al frente de los departamentos de cultura, porque todos conocemos localidades donde hay una programación cultural acojonante y detrás de eso siempre hay una persona a la que le gusta la cultura. También habría que potenciar la cultura en los lugares donde quieren hacer cosas y no pueden.
Hablando con Lino (Toni Metralla, Macarrada, Parabellum…) que quizá también haya un problema de actitud del público que antes, en los 80, se movía por ver conciertos mucho más que ahora…
Claro, es que en los 80 se pasó de la música desenchufada a lo eléctrico, en esa época irrumpió un fenómeno a nivel mundial como fue el punk que conectó con la gente joven que también se sintió protagonista. Hoy en día tienes el rap que también es un gueto, algo relacionado con el rock pero sin ser rock, y todavía hay grupos adscritos a ciertos movimientos que tienen una aceptación mayor o un público más fiel… eso siempre ha habido, lo que pasa es que la música hoy en día está en otros parámetros.
¿Qué te parece que hoy en día se den paradojas como que Eskorbuto tenga más éxito ahora que cuando existían?
Es que mira qué ejemplo pones… es muy curioso, pero en la música, la literatura o el arte en general siempre ha pasado eso: discos o libros que en su momento pasaron casi sin pena ni gloria y al de unos años, te das cuenta de que han abierto un camino. Hertzainak, sin ir más lejos, mira lo que supusimos y, hoy en día, nadie se acuerda de aquello y, cuando te piden una canción de la banda, siempre es “Aitormena”, nadie te pide que toques “Pakean utzi arte” o “Sivis pacem, parabellum” del primer trabajo …y ese fue el disco que rompió. Es más, si te fijas en los grupos de los 80 que han quedado, estaríamos hablando de Eskorbuto, Cikatriz, RIP y Kortatu…los demás diluidos. No me parece ni bien ni mal, he leído y he visto muchas cosas sobre aquella época y sólo me he sentido identificado una vez que leí un artículo sobre las primeras elecciones en Andalucía y como el Partido socialista montó una gira para presentar a sus candidatos por las provincias con Kiko Veneno como director musical. Allí tocaron Camarón, Triana, María Jiménez, Lole y Manuel… y hablaba de cómo era necesarias herramientas distintas para conectar con la gente joven…los músicos pasaban totalmente de la política pero al final se demuestra que somos monedas de cambio para ese tipo de cosas. Pero bueno, estamos en otra época en la que las reglas de juego han cambiado muchísimo y no hay más que ver artistas mainstream que hoy en día están picando piedra en bares, no en clubs, lo que significa que no se ha tejido una industria donde los músicos puedan desarrollar su oficio en condiciones. Al final el listón lo estamos poniendo nosotros mismos cada vez más bajo.
¿Va a ser el que has tomado en “Estutu” el camino a seguir en un futuro?
A mí sólo me interesa meterme en dinámicas contra corriente, esto (Estutu) es un sendero que intento abrir en la selva sin complicarme la vida, porque no merece la pena gastar tanta energía y esa corriente no me aporta nada. Por eso trataré de crear mi camino que será más lento, pero es el que quiero.
¿Y cómo trasladarás todo eso al directo?
En directo es una propuesta diferente y muy básica que, sobre todo, creo que nos ayuda en esa relación con el público, porque es una sonoridad muy sencilla, y que a la vez nos permite trabajar desde una perspectiva alejada del rock, a pesar de venir del rock y en la que nos sentimos más cómodos, buscando la emoción y la intensidad de una manera más directa. Se trata, en definitiva, de que la gente pueda ver un espectáculo cerrado y muy relacionado con lo que escuchan en el disco. Necesito una estabilidad y transmitir esa estabilidad al público. Todos esos años en el alambre ya han pasado y ahora se trata de disfrutar ese conocimiento que nos ha dado la experiencia…el disco aún no tiene mucho recorrido pero ya se nota que el camino ha sido acertado y que el público responde bien.
PRÓXIMOS CONCIERTOS:
– 20 Enero. Leioa (Kultur Etxea)
– 2 febrero. Hernani (Kultur Etxea)
– 7 febrero. Bilbao. Teatro Arriaga