Alguien dijo una vez que solo había un placer comparable al de escuchar música, y era el de hablar sobre ella. Quizás a dicha ecuación habría que añadir también el de leerla, pero en definitiva lo que las posiciona como actividades tan atractivas es el sentimiento volcado en su ejecución. Precisamente ese es un ingrediente que abunda, más bien monopoliza, el libro escrito por Joserra Rodrigo “Pasión no es palabra cualquiera”. Quien tenga la suerte de conocer y/o haber disfrutado de alguno de la infinidad de proyectos en los que se ha visto involucrado el que es uno de los más insignes divulgadores en estos menesteres de la capital vizcaína, sin duda no le sonará desconocido ni el título de esta obra, uno de esos curiosos y atinado eslóganes tan habituales en él -en este caso tomado de una canción de Graham Parker-, ni sobre todo ese derroche de cercana emotividad y contagiosa ilusión que trasluce siempre su escritura.
Construido alrededor de diversos textos publicadas originalmente en sus blogs, estamos frente a una sucesión de reflexiones sobre discos y/o conciertos que de un modo u otro se han manifestado relevantes, epifanías lo llama él, a lo largo de sus años. Dichos términos algo maximalistas no deben de inducir a relacionarlos con un estilo solemne o engolado. No hay nada de eso aquí, sino esas maneras tan características en el bilbaíno basadas en descripciones repletas de conocimientos y referencias, con sus sorprendentes conexiones entre ellas, aliñadas con un torrente de cotidianidad que las termina de imprimir una incomparable dosis de realidad y humanidad.
Tomando como referencia el término rock&soul utilizado en el subtítulo de la obra es fácil adivinar cuál es el ámbito estilístico al que se circunscriben los episodios escogidos, pero como suele suceder con las etiquetas, nunca amparan la completa verdad, y este caso no es una excepción, siendo un concepto meramente orientativo respecto al diverso abanico genérico abarcado. Heterogeneidad que será aplicable a todo el resto de baremos, ya sean geográficos o temporales. Eso significa que no hay ningún ánimo especialmente nostálgico bajo un desfile de mitos (un omnipresente Dylan, Beatles, Stones, Joni Mitchell, Neil Young..) que se presentará compensado por otra buena ristra de estrellas emergentes y contemporáneas como Ron Sexsmith, Matthew E. White, Eels, Steve Gunn… Tampoco se vislumbra a lo largo del libro una dictadura, que sí dominio, anglófila, en todo momento habrá espacio para nombres como los de Nacha Pop, Bantastic Fand, Chencho Fernández, Vainica Doble, Salto o Ruper Ordorika entre otros.
Sin duda lo más curioso para el que no esté acostumbrado, y siempre reconfortante y jugoso para los asiduos, a la prosa de Joserra Rodrigo es la capacidad que tiene tan propia para extrapolar y circunscribir sus reflexiones musicales a todos esas otras actividades complementarias en el ser humano. Escritos -y unas bellas ilustraciones realizadas por Cayetana Álvarez que funcionan en su mayoría como preciosistas epitafios- por los que se colarán continuas evocaciones a viajes, incluso con destinos no visitados físicamente, disquisiciones gastronómicas, miradas a la cambiante historia de Bilbao y por encima de todo, y lo crucial, el reto voluntario de mostrarse emocionalmente sin ningún tipo de armadura. Un sano exhibicionismo que nos transportará hasta el nacimiento de los instintos primarios (“Exile on Main Street”), episodios de fuerte carga dramática (“The Whole Love”), contextos bucólicos (“The Virginia EP”), admiradora melancolía (Allen Toussaint) o proletaria ironía (“Muswell Hillbillies”).
“Pasión no es palabra cualquiera” es un libro que, obviamente, se debe de leer pero que resulta igual de importante ser escuchado. Su banda sonora, y la infinidad de ramificaciones a la que nos empuja, más que complementaria se antoja decisiva para comprender en su plenitud todos los sentimientos que derivan de él. No olvidemos que bajo estas páginas se encuentra la confirmación en su estado más bello de que el ingrediente primordial de las canciones es la misma vida, y eso nunca es una palabra cualquiera.