El pasado sábado el Kafe Antzokia acogió un más que interesante concierto. Por un lado, y en calidad de teloneros, una banda joven como La Plata y, por otro, el veterano zaragozano Bigott. Ante un de nuevo escaso público (aunque algo más que en el concierto de Sex Museum) ambos grupos salieron dispuestos a hacer disfrutar al respetable que, por otro lado, estaba con ganas de fiesta. La Plata, la jovencísima banda valenciana, atrae a mucho público joven y eso se notó.
Los primeros en saltar a escena fueron La Plata. Miguel J. Carmona (batería), Diego Escriche (voz, guitarra), Patricia Ferragud (teclados), Salvador Frasquet (guitarra) y María Gea (bajo). Un quinteto que ronda de media los 23 años y que elabora una mezcla de punk y Nueva ola, con tintes anglosajones pero con una personalidad mediterránea. Tan solo tienen en el mercado un EP con tres canciones (destaca “Un atasco”) que está más que agotado y un reciente LP titulado “Desorden” (Sonido Muchacho, 2018). Sin embargo, esto ha sido más que suficiente para ser invitados a festivales y para ofrecer más de 50 conciertos.
Ayer tenían poco tiempo. Muy poco me atrevería a decir. Desarrollaron un set list con 11 canciones en tan solo 30 minutos. Quizás por ello no hablaron demasiado, algún escueto “eskerrik asko” entre canción y canción. Pero ya lo hicieron con sus canciones. Desde el momento en el que empezó a sonar “Fracaso” se metieron al publico en el bolsillo. Le siguieron de manera encadenada “Incendio” y “Miedo”. Ritmo desenfrenado y golpeos intensos de batería , una forma decir “aquí estamos”.
Continuaron con los honestos estribillos de “Me voy”, “Tu cama” y también sonó “Detrás de la mirada” una versión del grupo Décima Víctima. Cada canción de “Desorden” es un chute de energía. No hay ninguna canción en la que baje el ritmo y la adrenalina fluye sin contención. Solo hace falta ver el no parar de batería, bajo y cantante. Interpretaron “La luz”, “Espejismo” , “Un atasco” y “Esta ciudad”, estos tres últimos formaban EP con el que se estrenó el grupo. Cerraron con “Me mira desde lejos”.
No acabaron muy a gusto con el sonido pero la verdad que no estuvo mal. Las referencias que teníamos de La Plata eran ciertas. Esta joven banda tiene algo importante entre manos y no hay que dejar de ver su evolución.
Llegaba el momento de Bigott. El zaragozano es un alma libre y nada ortodoxo en cuanto a los directos se refiere. De dejó ver antes del inicio del bolo tanto en la calle como en la zona de merchandising. Estuvo viendo el concierto de La Plata y en cuanto acabaron subió a saludar a su cantante. No hubo paso por camerino a cambiar el vestuario y siguió luciendo su camiseta con la palabra ‘Hello’. Una peculiar estética aderezada con un peculiar sentido del humor. Tintes surrealistas y juegos de palabras pero sobre todo buena música.
Y es que Borja Laudo, verdadero nombre del zaragozano, lleva muchos años en los escenarios. Ha trabajado con algunas bandas de su ciudad como Tachenko, Big City y La Costa Brava. Bigott a base de trabajo se ha convertido es uno de los talentos más peculiares e indiscutibles surgidos escena estatal. Un total de nueve grandes discos publicados en un plazo de doce años lo avalan.
Llegaba a Bilbao con un nuevo disco bajo el brazo; “Candy Valley” (Bigott, 18). Apareció en el escenario del Antzoki acompañado de su banda formada por Clarín (bajo y voz), Cristian Barros (guitarra y teclados) yJuan Gracia (batería). El cuarteto ofertó un ágil repaso por la trayectoria del aragonés, con paradas en temas nuevos como “Strangers By The Wall”, “Don’t Know Why” o “Don’t Stop The Dance”. También recuperaron imprescindibles del tipo de “Cannibal Dinner”, “She’s Gone” y “Dead Mum Waking”. Sonaron también “Baby Lemonade” o “Pavement Tree”. La conexión de Bigott con el público comienza en el minuto cero. Lo logra con un mensaje que viene a decir “vive el momento”.
Bigott estaba a gusto. Toda la banda lo estaba. Se sentía cómodo con la situación y ese es el mejor caldo para que temas como “Atmosphere”, cantanda por Clarín, y “Moving on” se intercalen con canciones ya conocidas como “At the end”. Y llegó la sorpresa final con una versión del “Poupée de cire, poupée de son” con la que France Gall representó a Francia en Eurovisión en el año 1965. Bigott no defrauda, es Bigott las 24 horas del día.