Allá por el 1988 oí por primera vez hablar de la La Granja. Concretamente fue escuchando en la radio su tema «Los chicos quieren diversión». Desde entonces, la banda mallorquina, ha sido una de esas referencias a las que he seguido. Después les perdí la pista. Sus actuaciones son excepcionales y mucho más por estos lares (cinco visitas si no me equivoco), lo cual tampoco ayudó mucho. Así fue hasta que actuaron en el Kafe Antzokia junto a otros artistas en el homenaje a One Herrera en 2019. Allí volví a conectar con sus canciones. Pues bien, Muskerrak Ekoizpenak con Luis Herrera al frente tuvo a bien traerles el pasado sábado a la Sala Azkena. Era la quinta visita de la banda. Según Iñaki Gallardo que me puso al día de la banda. Con anterioridad a la cita en el Antzoki habían actuado en Satelite T e Hika Ateneo. La otra no recuerdo. A tenor de los pocos conciertos que ofrecen, el Azkena reunió el sábado a un buen número de público tanto local como foráneo. Había gente venida incluso de Mallorca. Eso nos dejaba una pista de lo especial que es una cita con la banda.
Mis expectativas se vieron superadas a lo largo de las casi dos horas que duró el concierto. La muerte de un amplificador y unos segundos bises que ya nadie esperaba hicieron que la actuación se alargarse algo más de la hora y media con la que pensábamos que acabaría el bolo. Ambientazo y calor en el Azkena con un público que cantó cada uno de los temas desde que sonaron los primeros acordes de «Inés», tema con el que abrieron la sucesión de cañonazos que componen un set list con veinticinco temas. Por momentos, el sonido quizás no fue el mejor pero eso no impidió que en muchos de los temas las guitarras sonasen nítidas, la percusión ajustada y la particular voz de Guiem Porcel haciéndonos viajar a otra época.
Desde que sonaron los primeros acordes de «Inés» la banda dejó claras sus intenciones. No dejaron de derrochar entusiasmo y saber hacer y demostraron que, a pesar de no tocar con asiduidad, la banda está en un estado de forma perfecto. Es una banda a la que tachaba de demasiado pop pero suponemos que eso lo decía gente que no había estado en sus conciertos. Las canciones suenan a otra velocidad y todas están más cerca más a rock que a pop. Temas que, como comprobamos el sábado, han envejecido bien. Para nada resultan obsoletas, todo lo contrario. Son actuales mires por donde lo mires.
Iñaki Gallardo acertó en cuanto a la base del set list. Este se basó, sobre todo, en el segundo, tercer y cuarto trabajo discográfico de la banda. Pero vayamos por orden en cuanto a los siete trabajos publicados por los mallorquines. Del primero, del 1987, sonó «Sufro por ti» un tema power pop que se convirtió en el primero de sus éxitos y, a la postre, sirvió para animarles a grabar un segundo trabajo en el año 1988, De este álbum sonaron ni más ni menos que siete temas. Por algo fue el disco que les puso en la primera fila del panorama estatal. Como no podía ser de otra manera sonó «Los chicos quieren diversión» su tema imprescindible en este trabajo y en toda su discografía. Sin embargo, no faltaron de este segundo LP canciones como la oscura «¿Por quién doblan las campanas?», la roquera «Más de veinte años», «Vitamina D», «Chap chap» y su paso del tiempo, la fronteriza «Anita Reyes» y «Que cerca veo el final».
A la formación original, con Guiem Porcel, Kiko (guitarra), Carlos (bajo), Miguel (batería), se les une Pablo (guitarra) allá por el tercer trabajo. Hace seis años, aproximadamente, se les unió Juanjo (teclados, guitarra). Se nota que disfrutan sobre el escenario y que conectan con un público fiel que no deja de cantar cada una de las letras. Seguimos como los temas que sonaron. Retrocedemos a 1989 y al tercero de los discos. De este pudimos disfrutar de «La mala traición», otro de los clásicos del grupo. Potente resultó también «El chico de la moto» (con la que cerraron la noche), la también garajera «Isabel» (según Iñaki Gallardo La Granja es casi seguro el grupo que más canciones tiene tituladas con nombre de mujer), «Persiguiendo una luz» y «Magia en tus ojos».
Otro de los trabajos que aportaron un buen número de canciones (cinco) al repertorio fue el cuarto (1991). «Ángel de la mañana», «Fuimos chicos rebeldes», «Cansado de escuchar», «Peligrosa» y «El hombre que puso al mundo en pie de guerra». Canciones en las que descubrimos cierto aire de rock sureño, algún que otro toque a Pretenders, el himno generacional y mucha crítica social disfrazada de ironía. Eso sí, nada de aires panfletarios. Nos encantó «Fuimos chicos rebeldes», un tema que viene a ser la tercera parte tras «Los chicos quieren diversión» y «Más de veinte años».
En 1994 publicaron su quinto disco y de este interpretaron «Y si al menos». Un solo tema, al igual que hicieron de sexto, publicado en el año 2000, de que escuchamos «Amplifícalo». Un tema garajero digno de una banda de otro nivel. «Como hay gente joven que nos pide canciones del último disco, vamos a hacer alguna«, señaló Porcel. Y así regalaron un «Eto’o. Su jugador favorito», de «Tobogán» (2014), que sorprendió a Iñaki Galardo porque no hacía ni cinco munitos aseguraba que no la tocaban casi nunca. También lo dieron todo con «Tu droga favorita» en la que se perciben aires ibicencos con aroma a psicodelia.
Hicieron hueco también a dos versiones: «Metadona» de Los Pistones y «El último bar» de Mamá. Dos temas que encajaban a la perfección en su repertorio y que, sin duda, gustaron mucho.
Hay que reconocer que hay bandas coetáneas de La Granja que siguen gustando pero que han perdido su esencia de sus inicios. Con la banda de Mallorca no ocurre eso. Creo que desde 1987 han formado y forman parte de lo mejorcito del pop-rock estatal. A las pruebas me remito. Y es que la música no engaña.