Espero que se me perdone la poca originalidad en el titular. Quien más quien menos sabe que «Salud y Rock & Roll» es el titulo de una canción de Loquillo, quien actuó el pasado viernes dentro de la Edición Especial del Azkena Rock Festival (ARF) junto a la banda vizcaína SEDA.
El titular viene a cuento de que el viernes un servidor fue consciente de que, seguramente, será el último concierto de rock que tenía que ver de una manera tan antinatural como es estar sentado en un evento de estas características. No me equivoco si afirmo que no ha habido brotes a raíz de ningún concierto y, a pesar de eso, el sector ha sido uno de los más castigados con las medidas restrictivas. Ha sido todo, y es (hasta que no se confirmen las buenas nuevas), una situación injusta y surrealista. Vuelvo a echar mano del Loco y suscribo lo que afirmó durante su actuación del pasado fin de semana: «Me pregunto por qué la gente no puede bailar de pies una canción en mis conciertos y sí en una discoteca». Pues eso, creo que queda todo dicho.
Pero volvamos al bolo que se celebró en el Iradier Arena de Gasteiz con cerca de un millar de personas (casi sold out) y bajo unas condiciones sonoras (a consecuencia del recinto) que, como ocurrió en algún otro concierto del ARF, empañaron lo que podía haber sido una gran noche de rock & roll.
SEDA, la banda liderada por Virginia Fernández, era la encargada de abrir la tarde-noche del viernes. Tras su presentación en la Sala BBK, esta cita en el ARF, sin duda, era la cita más importante hasta la fecha. El quinteto formado por Félix Landa, Galder Creo, Mikel Cabalier, Ainhoa Unzuet y la propia Virginia salieron a escena bajo la estela de su primer (y gran) disco «The Belly». Un álbum en el que Virginia Fernández plasma todo lo que lleva dentro, dígase amor, dígase rabia,… Y es que como decía … alguien cuyo nombre no recuerdo … «si no te sale de dentro no lo hagas».
Durante algo menos de una hora, la banda descargó una ráfaga de 15 temas que solamente la mala acústica del recinto «ensució» por momentos. Menos mal que la experiencia de una super banda como esta y una frontwoman como Virginia minimizan estas situaciones ajenas a los músicos. Y eso que esta estuvo algo más comedida que en anteriores ocasiones. Sin embargo, eso no impidió que en determinados momentos, con sus vueltas e ir y venir por el escenario, el recuerdo de Janis Joplin sobrevolará el recinto. En otros, de desvanecía la figura de la de Texas para que apareciera la de Patti Smith. Hasta la chulería y el descaro de Iggy Pop hicieron acto de presencia. Ahí es nada.
Sonaron los 8 temas que componen su primer disco (solamente faltó la versión acústica de «Drunker Lover»). El resto del set list lo componían temas nuevos como «Hard Time», «Able to Rest», «Angel», «Roses», «Snake» «Good Girl» y «Shark». Temas contundentes en la línea de su primer disco. Todas ellas enmarcadas en el rock con tintes americanos de los años 70 y que recordaban también, por la puesta en escena, a Grace Slick. Siempre digo que las comparaciones son odiosas pero esto se trata de contar lo que uno sintió en un concierto y, para mí, así fue.
Una pena que al principio de su actuación SEDA tuviera que lidiar con algo menos de público (que estaba entrando al reciento) pero el que estaba supo agradecer el trabajo de una banda que está y va a dar mucho de que hablar. Y si no, tiempo al tiempo. Por cierto, tiempo es lo que les faltó para interpretar dos temas nuevos más que tenían preparados.
El plato fuerte de la noche era el de José María Sanz, Loquillo. El artista catalán, afincado (o ya no?) en Donosti y ahora empadronado en Laguardia (según explicó) atrajo, como es habitual en sus directos, a diferentes generaciones que vibraron y puso de pies (literal) en gran parte del concierto. Inevitable.
Por mi parte, no todo lo que dice Loquillo debe ir a misa, pero tengo que reconocer que el artista barcelonés está de nuevo, desde hace varios años, en su mejor momento. A su carisma sobre el escenario (fuera de él también) se une el hecho de que se rodea de unos grandes músicos que no solamente le arropan, sino que también se lucen sobre las tablas con el beneplácito de Loco que es, a la postre, el líder de esta banda de rock.
Si se me permite, me gustaría destacar el listado de canciones que sonaron previas a la aparición en el escenario de la banda. Sonaron entre otros, Adriano Celentano, Johnny Hallyday, Vince Taylor & His Playboys, Cliff Richard & The Shadows, Los Salvajes, Los Brincos, Lone Star, Bowie, … Todos ellos son grupos y artistas de los que Loquillo, como ha reiterado en ocasiones, ha mamado sonidos, ritmos y actitudes.
Con puntualidad y al ritmo de la banda sonora de «El Desafío de la Aguilas» aparece la banda. Igor Paskual, Josu García, Alfonso Alcalá, Laurent Castagnet, Gabri Casanova y Pablo Pérez. Por último, Loquillo entra firme y seguro de que sus fieles van a responder a su repertorio. Como he comentado, así fue.
Loquillo tampoco se libró de la mala acústica del Iradier Arena. Por lo menos se entendían las letras gracias, supongo, a que se subió la voz del Loco. A esto se unió algún problema que tuvo Igor con la guitarra y que Loquillo aprovechó para dejar claro que «como véis no tocamos en play back y no vamos por ahí con dos acústicas y zambombas. Vamos con guitarras eléctricas».
A la ya comentada reivindicación sobre el estar sentado en sus conciertos quiso añadir un agradecimiento. Este iba dirigido a » músicos, técnicos, salas, promotores que se la juegan en el peor momento de la historia para el Rock & Roll». Amén.
Durante algo más de dos horas el Loco desplegó artillería pesada, si se me permite esta expresión bélica ( a cuento de la intro). 24 temas entre los que recuperó algunos clásicos y entre los que no abundaron temas de su último disco » El Último Clásico «. De este cayeron «Los Buscadores» (con la que abrió), «Creo en mí», «El Último Clásico» y «La Vampiresa del Raval» (inspirada en la historia de Enriqueta Martí).
No faltaron las reivindicativas «Rock & Roll Actitud» (con la que abrió aquel inolvidable directo del BEC), «La Línea Clara», «Jóvenes Airados» (a la memoria de Mario Camus) o «Mala Reputación», canción del cantautor francés Georges Brassens y versionada por Paco Ibañez y desde 1988 por el propio Loquillo. También pudimos disfrutar de «El Hijo de Nadie» , las discotequera «Sol», «Planeta Rock», «El Mundo Necesita Hombres Objeto» y «Salud y Rock & Roll» que da título a esta crónica.
Siguiendo con las versiones. Si hay dos que gustan y que levantan al personal (si es que no se ha levantado ya) son «El Hombre de Negro», Jhonny Cash cover, y » El Rey del Glam» versión del tema de Alaska y Dinarama) y en el que Igor Paskual se envuelve en una boa roja. El guitarrista y mano derecha del Loco, se desata sobre el escenario con todo un repertorio de saltos y poses que hacen las delicias del personal y, en especial, de los fotógrafos.
Loquillo se gustó especialmente en temas como «Carne para Linda» (que no siempre va en sus repertorios) en el que bajó, caminó y posó frente al público que ocupaba las mesas del ruedo vitoriano o en «Rock Suave» otro tema que no siempre se escucha en directo y que un servidor intuyó en cuanto Loquillo echó mano de su taburete, el cual termina arrojado hacia atrás. También sorprendió con la inclusión de un tema como «La Mafia del Baile» que sonó especialmente mal.
En cuanto a momentos especiales, destacar dos. Por un lado, «Cruzando el Paraíso», tema que grabó junto a su ídolo Jhonny Hallyday y que quiso dedicar a Jean-Paul Belmondo.
Por el otro, merece mención especial, «La Mataré», canción que estuvo sin tocar mucho tiempo y que finalmente (y acertadamente) decidió recuperar para sus actuaciones. «Que quede claro que aunque sirva para que me insulten la vamos a seguir tocando», sentenció el Loco. Y es que hay quien se empeña en confundir esta canción con una apología de la violencia de género. Nada más lejos de la realidad. Ya Sabino Mendez, creador de la letra, lo explicó en su libro «Corre, rocker. Crónica personal de los ochenta» (Anagrama) publicado en el año 2000. No seré yo quien desvele el significado de dicho tema pero, de verdad, investiguen, busquen y lean (se lo pongo fácil). Seguro que les ayudará a entender y si me apuran hasta comprender.
Como dice Loquillo en su último trabajo «soy el último clásico». Como clásicas y verdaderos himnos son «El Rompeolas», «El Ritmo del Garaje» y las tres efes, «Feo, Fuerte y Formal». Y qué decir que el tema que siempre cierra la ceremonia presidida por el Loco; «Cadillac Solitario». Un tema que con buen o mal sonido siempre pone los pelos de punta.
A pesar de los inconvenientes, el concierto del viernes nos dejó clara una cosa. El rock tiene salud y ya es hora de que nos dejen vivirlo como se merece. Espero que la próxima crónica que escriba (espero que sea la de The Hives) sea la de un concierto de pies aunque, en espíritu sea de rodillas, rindiendo pleitesía a una banda de rock.