Texto: Joseba Aizpurua
Ya con los años que uno tiene, empieza a hacer comparaciones un tanto pintorescas, debe ser la edad. Pero últimamente comparo la oferta músical con la del pan. Si, si, he dicho pan. Ambas solo sirven para acompañar grandes momentos en la vida de uno. En si mismo, no son lo principal en la existencia, pero si, algo que lo echamos en falta por lo menos tres veces al día. Comparten además el desprecio por gran parte de la sociedad en lo relativo a su coste. Barras a 60 céntimos y canciones pirateadas. Y además son productos relativamente fáciles de hacer. 4 ingredientes tiene el pan y 4 músicos son suficientes para obtener un grupo digno.
Pero sin embargo, hoy en día nos encontramos panaderías que gastan más en sus locales perfectamente decorados y en sus calendarios, que en la fabricación del producto en si mismo. Y lo mismo en la oferta músical, marketing a destajo, y con pedaleras de guitarra, más complicadas que el órgano de la catedral de Santiago y sin embargo producen canciones con los tres mismos acordes y unas melodías repetitivas y cansinas. ¡O peor aún!, son una banda tributo
Sin embargo existen artesanos que se resisten a ser llevados por las modas o gustos. Dan su producto, te puede gustar o no, pero es honesto, auténtico, y con sólo 4 ingredientes. Es más, algunos casos como El Capitán Elefante lo hacen hasta divertido. Su propuesta no será la más original del mundo, pero si todo un manifiesto a lo que algunos entendemos por música; Aptitud, sentimientos, y diversión
Su nuevo disco «Un millón de hombres» se destaca por un rock and roll directo, sin artilugios. La banda barakaldotarra sigue con su máxima de una música sencilla, algo que siempre han llevado por bandera. Sus ritmos se aceleran en buena medida, a la par que ese toque entre cariñoso y canalla que siempre destilan los hermanos Marcos, se mantiene en sus canciones.
Disco con estribillos que atrapan, con ritmos que invitan a sacar otra cerveza, y letras cotidianas con toques golfos. Abandonando en buena parte el estrés que supuso «Agoraphobia» (dios!!! Creo que todavía sigue corriendo Virginia Berasategi) y tomando tonos cálidos y cercanos en «Xanadu HD», homenaje a la ELO, o en un «Millón de hombres», y una versión muy «capitán elefantiana» de Golpes bajos en la canción ‘Maniquíes’ que no aparece en el nuevo disco, pero que si sonó en el Cotton Club.
Bolo íntimo, para amigos, cercano, y a medio gas. ¡Es lo que tiene el Cotton! Semiacustico lo llaman algunos, bonito eufemismo que en realidad significa «no podemos tocar los c….. al vecino de arriba». La presentación oficial del disco será en marzo en Bilbao ya con todo el arsenal en la recámara.
Tendremos que esperar, no nos queda más remedio, y de mientras seguiré cantando «un millón de hombres» en bajini, mientras busco mi mendrugo de pan que llevarme a la boca. En lo musical ya lo he encontrado y se llama «Un millón de hombres» y es un discazo.
¡Buen provecho!