Quique González celebró su cuarto de siglo en los escenarios, agotando las entradas en una doble cita en un Kafe Antzokia entregado al músico madrileño.
En esta gira de 25 aniversario, Quique se rodea de unos compañeros elegidos a conciencia para la ocasión. Rescata a Jacob al bajo, fiel escudero desde sus inicios, repite «el detective» Edu Olmedo a las baterías, incorpora a Raúl Bernal a unos teclados con mucha presencia en todo el repertorio, y mantiene a la guitarra a Toni Brunet, que le acompaña desde ‘Las palabras vividas’ impregnando su estilo tanto en sus últimos trabajos de estudio como sobre el escenario.
Podríamos hacer un símil para indicar que estamos ante «La quinta del Buitre» en su mejor nivel futbolístico. Talento y creatividad. Pausa y magia. Toque y definición.
Y es que Quique ha sabido rescatar y reinterpretar sus temas para adaptarlos a un estilo propio con un sonido que por fin creemos que ha llegado a dar con la tecla adecuada, consiguiendo que canciones de un disco como por ejemplo ‘Salitre 48’, suenen a fecha de hoy atemporales.
Nostálgico, honesto, agradecido y pletórico, son unos pocos de los muchos adjetivos que podrían describir a uno de los mejores conciertos que se recuerdan a Quique por Bilbao en su plena madurez vital y musical.
Una doble cita como decíamos, en la que se eligió un guion diferente para cada velada. »Daiquiri blues la noche del sábado» y «Salitre 48» la tarde del domingo, fueron los protagonistas elegidos para esta ocasión, además de una variada (y en parte sorprendente y acertada) selección de obras del resto de sus discos, que tuvo el detalle de no repetir para disfrute de muchos de los asistentes que decidieron igual que un servidor, hacer doblete en ambas citas.
Así, el sábado a las 22:05 horas comenzaba el «primer round» para la noche de «Daiquiri Blues». Álbum interpretado de principio a fin en el orden exacto de la grabación original.
«Un, dos, tres y…» y los primeros acordes de Daiquiri sonaban en la s cuerdas de la Gibson de Quique. Un disco «dulce» como él mismo describe, y que es considerado por muchos de sus seguidores sin duda un joya en su repertorio.
Es complicado defender años después un trabajo grabado en la meca musical de Nashville con la delicadeza de un maestro en la producción como Brad Jones, y que mantenga la misma esencia en directo. Quique confía este caso para sus nuevos detectives (por cierto, no tenemos nombre para esta nueva formación…) y delega a Toni Brunet readaptar aquellas canciones a los nuevos matices que desprende su inconfundible sonido actual.
No parecía ser inconveniente alguno que la gran mayoría de fieles seguidores bilbaínos no conocieran en el momento de adquirir sus entradas cuál sería el disco elegido para cada noche. Daiquiri era coreado por los asistentes en un acto de reminiscencia musical que sin embargo mantiene intacto el brillo de sus canciones.
Raúl Bernal se erigió como uno de los protagonistas de la noche defendiendo en este disco marcado por los teclados, würlitzer y hammond. Además supo cubrir la ausencia de otros instrumentos presentes en el disco original a los mandos de un acordeón que supo incorporar con gran acierto.
13 canciones en su orden original en poco más de una hora, en la que brillaron especialmente «un arma precisa», «su día libre», el rock de «restos de stock», la aterciopelada nana de «anoche estuvo aquí» o la emocionante «algo me aleja de ti» del gran Lapido, emulando en este caso el sonido intimista de su disco «Kamikazes enamorados» con el piano y la armónica.
Tras todo ello, un breve descanso y paso por vestuarios de 5-10 minutos para dar comienzo a la segunda parte.
Debe ser complicado para un artista tan prolífico como Quique (recordemos; una decena de discos de estudio y más de 150 temas) hacer una selección acertada de 12 canciones que hagan referencia a cada época. Más complicado aún que funcionen con el paso de los años y el cambio de registros tanto vocales como musicales.
«Trucos fáciles» y la rockera «Avería y redención» del disco homónimo, fueron las elegida para dar comienzo a este segundo set. «Sangre en el marcador» y «Se estrechan en el corazón» homenajeaban a sus detectives, «Salitre» y «Todo lo demás» para aquellos que no repetirían en la sesión dominical, «Kamikazes enamorados» en su versión de ajuste de cuentas (qué gran acierto supuso readaptar esta canción en su momento…)
La sorprendente «Backstage» (dedicada a su chica) volvía a sonar en directo muchos años después, con un espectacular sólo a la guitarra por parte de Toni Brunet. «Conserjes» para disfrute de los más fieles seguidores desde «Personal», una «Charo» a dos voces con Toni (complicado suplir la voz de Nina, pero defendido con gran gran acierto), la versión de Josele Santiago «Fractales» (de su último disco de versiones «Copas de yate Vol1») y el himno «Vidas cruzadas» que una vez más serviría para cerrar la primera noche.
La tarde del domingo repetiríamos plan de nuevo. Otro disco, otro repertorio, otro horario (19:00 horas que agradecimos y no se nos hizo temprano) y otro público (niños de muy corta edad en primeras filas), a pesar de que muchos repetíamos.
«Salitre 48» era la elegida la tarde del domingo. Esta vez al contrario de la noche anterior, no fue interpretado en el orden original del álbum.
Por supuesto que «Salitre» con su inimitable comienzo de las notas de la guitarra de Toni, dejaría su sello ya marcado para toda la siguiente hora en la que tocaba defender un disco que recordemos, tiene ya más de veinte años.
Hubiera sido una temeridad intentar interpretar ese disco con el mismo sonido. Los artistas evolucionan, crecen, maduran y alcanzan una identidad musical que evidentemente no puede estancarse en el pasado. Es por ello que es imposible que se pretenda comparar esta reinterpretación de los hechos con aquel directo en la sala Bilborock cuando algunos de nosotros aún no peinábamos canas.
Salitre es un disco acústico en su esencia. Una maqueta convertida en disco con muy pocos arreglos. Creo que es más complicado meterle mano que por ejemplo a un Daiquiri, más cercano en el tiempo.
Es por ello que hay que poner en valor que «la quinta de Quique» defendiese de una manera tan acertada la tarde de domingo.
A «La ciudad del viento» «Crece la hierba» o «Carnaval» o «Ayer quemé mi casa» les habrán salido canas, pero les sientan muy bien. «Bajo la lluvia», «Rompeolas», «De haberlo sabido» y «Permiso para aterrizar» volvieron a emocionar y remover recuerdos años después. Un primer set de hora y cuarto de duración en el que también tuvo cabida la adaptación más rockera y (permítanme) canalla de temas que parecían olvidados en un cajón como 39 grados (con poema de Bukowski incluido), «Jukebox» o «Perdone agente».
Parón de descanso para rematar la noche (y el fin de semana) con una selección de 9 temas, entre los cuales se presentaban como novedad respecto a la noche anterior «Relámpago», «Pequeñas monedas», «Orquídeas», «A la media luna» de Santiago Auserón, y la re-versión de Dylan «Amor en vano» (salimos ganando con esta nueva versión con más ritmo). Por otro lado, «Avería» y «Charo» repetían junto a «Vidas cruzadas» de nuevo elegida como cierre final.
Dos noches para recordar y dos noches para el recuerdo. Un homenaje de Quique a si mismo y a todos sus fieles que le acompañan (acompañamos) durante toda esta prolífica y preciosa etapa musical de la cual nos ha hecho en parte no sólo partícipes sino también protagonistas.
Brindemos con copas de yate por otros 25 años más Quique. ¡Zorionak este eskerrik asko!