Para hablar del tercer disco de este gran quinteto tenemos que robar palabras de la buena hoja promocional porque son muy ciertas y totalmente válidas. Ya corroboramos algunas de ellas en anteriores reseñas de The Machetazo. Son un grupo en constante búsqueda y con ganas de crear sonidos personales a base de constancia, pero contando también con la magia y con la inspiración.
Ya tuvieron esa inspiración en sus dos anteriores y recomendables discos en Errabal Jazz / Hotsak. Hace 5 años con “1290 Prospect Place” y hace 3 años con un superior “Vision In A Dream” con el que ya pasaron por las páginas de Rock In Bilbo. Ahí hablábamos ya de jazz libre y abstracto, pero también de imperecederas fuentes clásicas como Chet Baker y Stan Getz o muchas propuestas del sello Blue Note en general.
Repiten con jazz instrumental contemporáneo y avanzado, pero orgánico y repiten también con totalidad de temas propios compuestos por separado que aportan un enorme colorido.
El disco se titula “Searching Hard” y de verdad que lo intentan con su propia música. De hecho, dentro aumentan la apuesta con la frase ”Searching for our own voice” y yo creo que realmente lo consiguen. Desde la guitarra genial y la delicadeza en el maravilloso tema titular que abre el disco en el que luego brilla ese mágico saxo tenor de Daniel Juárez, un tema cargado de poderosas y nada gratuitas improvisaciones; hasta la final ‘Tabla de Sator’. Juárez compone dicho tema de arranque y es quien más temas aporta con un total de 4. El guitarrista, Nacho Fernández, aporta un par. La hermosa ‘Reset’ que tiene un precioso arranque melancólico con el piano de Jorge Castañeda como protagonista y una sentida ‘Dueños del Fuego’ en la que las cuerdas de sus guitarras desprenden llamas, pero con una grandísima delicadeza como la que luego aportan saxo y piano en los momentos más relajados del tema. A partir de los 6 minutos recoge el testigo el magnífico y ágil piano galopando sobre la melodía llevada por el resto de los músicos hasta completar más de 10 minutos realmente corales y de banda totalmente compenetrada. ‘Nork Daki’ es la única, pero excelente, aportación del batería, Mikel Urretagoiena, y en ella se establece un delicado diálogo íntimo en esa gran sección de ritmo, al que luego se suman unos cálidos fraseos del saxo tenor. ‘Bedland’ tiene unas excelentes guitarras a lo Wes Montgomery. ‘El Hombre Melancólico’ cuenta con un ágil piano y el cálido contrabajo, Guibert es el compositor del tema, jugando con la batería delicada. Luego se suma ese noctámbulo saxo. Hay que perderse dentro de este gran disco y, si puedes, también en algunas de sus múltiples actuaciones en las que dichos temas evolucionan aún más y adquieren mayores dosis aún de magia.